En el anterior post hablábamos de la
deskirchnerización de la Ex ESMA, y concluíamos que su objetivo no era otro que
desnaturalizar ese Sitio de la Memoria, menoscabando su contenido simbólico.
El macrismo, para sostener tal afrenta, atribuye a las
políticas de Estado desplegadas desde 2003 una visión facciosa y alude a las
necesidades de democratizar ese espacio y de instrumentar los DDHH para lograr
la unidad de los argentinos. “Casualmente” ,hace exactamente 60 años, la misma
línea argumental fue desplegaba por Aramburu al sancionar el Decreto Ley
4161/56 (texto completo aquí) de prohibición de utilización “de las
imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas artículos y
obras artísticas, que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien
como tales, pertenecientes o empleados por los individuos representativos u
organismos del peronismo”.
“Considerando: Que en su existencia política el Partido Peronista,
actuando como instrumento del régimen depuesto, se valió de una intensa propaganda destinada a engañar la
conciencia ciudadana para lo cual creo imágenes, símbolos, signos y
expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas.
Que dichos objetos, que tuvieron por fin la difusión de una doctrina y
una posición política que ofende el
sentimiento democrático del pueblo Argentino, constituyen para éste una
afrenta que es imprescindible borrar, porque recuerdan una época de escarnio y
de dolor para la población del país y su
utilización es motivo de perturbación de la paz interna de la Nación y
una rémora para la consolidación de la armonía entre los Argentinos...”
Pero la pretensión de deskichnerización no sólo apunta
a la cuestión de los DDHH, se expande como práctica en todos los ámbitos del
Estado, la sociedad, la cultura, la economía, con el objetivo de conjurar toda
comparación odiosa que pudiese relacionar los 12 años culminados el 10 de
diciembre de 2015 con el actual régimen. En el ’56 se prohibía, en el 2016 la
infamia ocupa el lugar de la prohibición. Se denigra, se bastardea, se insulta,
se calumnia, pero todo con el altruista fin de cerrar “la brecha”.
La batería de instrumentos es extensa y variada, desde
el “apagón” sufrido por el ícono de Evita instalado en las alturas del
Ministerio de Desarrollo Social, al estado de sospecha ideológica que se cierne
sobre la totalidad de los empleados públicos, de todos los estamentos y
poderes, designados durante la última década (del que no escapa, siquiera, la
Procuradora General de la Nación Alejandra Gils Carbó). El mote de
“kirchnerista” fue transformado en la forma de estigmatización más poderosa,
legitimador de cualquier arbitrariedad sobre quien lo porte, porque “algo habrá
hecho” que no es necesario demostrar; y justificante también de cualquier
impudicia perpetrada en pos de su exterminio, o (si no se puede) su destierro a
la marginalidad política (para lo que, desde el Gobierno, desde los medios de
comunicación masiva y desde alguna pseudo ortodoxia interesada en picotear el
cadáver, se emprendió una quirúrgica tarea de vivisección, tratando de extirpar
al kirchnerismo del amigable “peronismo que quiere la gente” ).
Deskirchnerizar se traduce también en la fiera
persecución de periodistas, intelectuales y artistas “colaboracionistas” para
construir una cultura y un relato monocordemente afín. Pero también en quitar
la función asistencial al Estado, enajenándolo de las calamidades, para cederla
a la ONGs y refundar la Edad de Oro de las Señoras de la Sociedad de
Beneficencia.
Es instalar la desconfianza en la necesidad y la
capacidad de la Política para armonizar intereses contradictorios en la
sociedad y conducir la economía. Es parcelar la gestión del Estado a la medida
de los intereses de las corporaciones transnacionales y de la oligarquía local.
Es definir en sentido inverso la redistribución de la
riqueza, de la cultura y del poder. Es sustituir la utopía de la sociedad justa
por la adoración al Mercado. Es trocar inclusión por exclusión.
Es declarar emergencias a troche y moche para ocultar
la inflación, la pobreza, el desempleo, la inseguridad. Es endeudar por 3 o 4
generaciones, es despidos masivos en el sector público y aprietes para negociar
a la baja los salarios, y también despidos en el privado.
Es declamrar con alegría el republicanismo, democracia,
consenso e institucionalidad, mientras se desquicia el orden jurídico a fuerza
de Decretos y desparramos de perdones y sobreseimientos al poder real.
Deskirchnerizar, en fin, es volver a colgar los cuadros
de los que nos condujeron inexorablemente, durante casi media centuria, a la crisis del 2001. Dentro de 100 años, algún
historiador irreverente escribirá “y así fue como el camino al infierno estuvo
adoquinado de buenas intenciones de los deskichnerizadores”.
2 comentarios:
Deskirchnerizar... es lo más parecido a desperonizar...
Se prohibió nombrarlo. Era "el tirano prófugo"... Se eliminaron sus bustos, Se escondieron las fotos, los libros... Vamos por el mismo camino...
Mucho circuló en forma clandestina... El pueblo recupera su memoria aunque le cueste...
El Kirchsnerismo es una etapa superadora del peronismo...
Si implosionaron edificios a partir del 56, sólo por haber sido hechos con proyectos peronistas, ahora de qué no serán capaces!!!! Si se perfeccionaron, si saben las reacciones, si lo masticaron despacito en estos años y, si tuvieron "la sorpresa"!!!
Excelente,como de costumbre, comparto y difundo.
Y lo invito a pasar por Calando la Piedra y dejar sus impresiones.
Abrazo
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