jueves, 19 de abril de 2012

y ... vale la pena aplaudir

Ya es hora de decir algo en serio respecto a lo de YPF, no?

Resulta necesario ante el bombardeo constante que venimos sufriendo de palabras como “arbitrariedad”, “ilegitimidad”, “inseguridad jurídica”, “discriminación”, “aislamiento internacional”, arrojadas desde La Moncloa, aplaudidas y festejadas en las páginas del “Trio Tan Mentado”, y con amplia repercusión entre boludos “ad hoc”.

Cabe reconocer que Axel Kicillof, en el Senado, ha hecho méritos suficientes para que la pérfida pluma de Sirven lo emule a Lucky Lucke, asumiendo el escriba para sí, voluntariamente, el inequívoco rol de alguno de los inefables “Dalton brothers”. 



Pero su condición de mero ejecutor (no excluyente) de una decisión política trascendental, no puede extraviar el foco del análisis, el que debe ser centrado (aparte de en la figura de Cristina, que carga sobre sus hombros todo el peso de la medida, sus beneficios, pero también las responsabilidades y los costos), en la propia letra de un impecable proyecto de ley que viene a consolidar un Modelo y a satisfacer un anhelo nacional y popular. 

Ya el primer título de la norma alcanza para festejar: el Estado recupera su condición de actor soberano y de director de las políticas hidrocarburíferas, resorte al que jamás debió renunciar, incluso en el marco de una actividad privatizada. Declarar el “interés público nacional y como objetivo prioritario de la República Argentina el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos” con la finalidad de “garantizar el desarrollo económico con equidad social, la creación de empleo, el incremento de la competitividad de los diversos sectores económicos y el crecimiento equitativo y sustentable de las distintas provincias y regiones”, implica liberar al petróleo y sus derivados de la caprichosa lógica del mercado y sujetar toda la actividad conexa a su extracción, producción y comercialización a las directrices que impone la consideración del interés general. Menuda cosa.

Esta norma de por sí, resultaría suficiente para que la intervención regulatoria del Estado garantice, por ejemplo, que podamos ir a cargar combustible para nuestro auto, sin sobresaltos y sin necesidad de pagarlo al valor de champagne del bueno importado del Valle del Rhin, o que el chacarero pueda dedicarse a plantar maíz sin necesidad de clamar por que el jodido de Chávez mande un barco vaya a saber con qué segundas intenciones. Pero, por las condiciones objetivas en la que se encuadra, como bien lo ilustró el Comisario Camporista (marxista, judío rabínico oriundo de Odessa ), las complejas estructuras de las empresas capitalistas, pensadas con fin de lucro y no para colaborar con el desarrollo armónico de un país emergente, dificultan y hasta imposibilitan la concreción de las buenas intenciones, diluyéndolas en un laberíntico entramado diseñado para eludir obligaciones y optimizar ganancias.
Por eso es bueno, pero no alcanza, pretender que la intervención rectora del Estado se limite a fijar políticas, es necesario ir al hueso, intervenir directamente en la actividad.

Y por eso existe el título tercero: “de la recuperación del control de YPF”. Para entender plenamente el significado, es necesario parafrasear la siempre aplicable frase del Diego “nos tenés adentro”. Las necesidades energéticas de una nación en desarrollo no permiten incurrir en la ingenuidad de pensar que el “libre juego de la oferta y la demanda”, “el interés empresarial”, “el libre mercado” o “la lógica del capital financiero” sean expresiones de una filosofía apta ni adaptable para su satisfacción.  Por el contrario, la experiencia indica, no sólo la inexistencia de un espíritu colaborativo o concurrente con el interés general por parte del capital privado, sino también el ejercicio de una aceitada maniobrabilidad a la hora de eludir las consecuencias de sus propias acciones.

Y no es que yo “pienso feo”, leamos sino ni mas ni menos que la Columna Editorialde un diario que defiende a ultranza la doctrina liberal, como lo es “The Nation”, quien defiende la libre empresa en todas su dimensiones, argumenta a favor de sus supuestas virtudes y cree ver en ellas la panacea para todos los males del mundo. El “dejar hacer”, en materia de producción vernácula de derivados del petróleo, ha sido una constante de los gobiernos desde la privatización definitiva de YPF y desde la concesión de las áreas de explotación y exploración del hidrocarburo. Es decir, el Estado argentino puede ser acusado sin demasiadas hesitaciones de haber sido fiel a la doctrina propiciada por “The Nation”. Las consecuencias están a la vista: desabastecimiento y encarecimiento de los combustibles de uso masivo, necesidad de importar, pérdida de reservas. Sin embargo, en un rapto de cinismo extremo, el editorialista no se hace cargo de las consecuencias de la libertad que propicia, sino que inculpa a De Vido (a Enarsa y al Estado) de gastar millones de dólares en importar los indispensables combustibles de los que la libre empresa nos privó. Más que inconsistencia argumental, caradurismo al palo (¡hijo’e mucha puta vó! Al decir de Lucy Liu).

El tremendismo de la editorial debiera alentarnos a pensar a que por fin, “en su tiempo y en su justa medida”, empezamos a sacudirnos rémoras neoliberales que todavía subsisten en las prácticas cotidianas…  digo, porque a pesar de que su acabado gataflorismo nos ataca tanto por lo hecho hasta ahora en la materia, como por el cambio de rumbo, parece ser que en realidad “The Nation” respeta y hace suyo el concepto de “Interés Nacional”.  De otro modo no se entiende la razón por la que respalda la invocación de este concepto por parte de Rajoy, justificando su intervención el tema. Pero lo que bajo ninguna perspectiva se entiende es por qué se muestra comprensivo con la preocupación de un gobierno en defensa de una empresa privada en que el Estado Español no tiene ninguna participación, en la que la participación de sus ciudadanos es apenas minoritaria, y que explota yacimientos fuera de su territorio, a la que se le afecta sólo parte de su participación en una filial de ultramar, participación que estaba presta a ser vendida a capitales chinos; y paralelamente no se comprende el interés nacional del Estado Argentino, que pretende recuperar una empresa nacional, que opera exclusivamente en su territorio, explotando exclusivamente recursos naturales subyacentes en su territorio, recursos que por otra parte son no renovables, estratégicos y esenciales para su desarrollo y la vida cotidiana de sus habitantes. Ohhh! Maldición de Malinche…

Respecto a la endeble sanata de la arbitrariedad, la ilegitimidad, la inseguridad jurídica, y la mar en coche, con que se hace referencia al proyecto, no hay mucho que agregar. Salvo decir que arbitrario no es, simplemente porque tiene fundamentos, expresados en la misma norma y sustentados en una realidad objetiva: la necesidad argentina de garantizar su desarrollo contando con la certeza de poder recurrir a los recursos energéticos indispensables para ello, exigencia que con toda evidencia Repsol no estaba en condiciones de cumplir.

 Ilegítima, tampoco, la expropiación es un recurso previsto en la constitución nacional para apropiarse legalmente de cualquier propiedad a la cual el Estado declare de interés público, calidad más que justificable en el caso del instrumento de explotación de recursos naturales no renovables, sobre los que se le reconoce al Estado soberanía permanente (Res 1803/62 ONU). Y la inseguridad jurídica ¡JA! Ni siquiera voy a contraponer intereses haciendo alusión a que mi (nuestra) seguridad jurídica se vio en estos años consecuentemente vulnerada por el desabastecimiento, la monopolización, la cartelización y el aumento constantes de precios, y decir la obviedad que la igualdad ante la ley obliga a que se tenga en cuenta tanto mi (nuestra) seguridad jurídica como la que pretende Repsol. Para nada, la seguridad jurídica está dada por el marco legal existente al momento de que la empresa realiza el emprendimiento. Las condiciones y requisitos de la expropiación están previstos, sin modificaciones, en la constitución desde 1853, y en la Ley que la reglamenta (Ley 21.499), también sin modificar desde 1977; y Repsol vino después… enterenseN y a joderse si no las leyeron antes. 

Ah, si… “ahora dicen” que es una ley discriminatoria… si claro. Si lo que se pretendía es recuperar el control de la empresa que explota hegemónicamente la exploración y extracción, el refinado y la comercialización del petróleo en la Argentina ¿Qué íbamos a expropiar sino las acciones necesarias para conducir YPF? ¿al almacén del padre de Manolito? ¿O con discriminación se refieren a eso que dicen que se ha difamado a los empresarios españoles? ¿habia necesidad? ¿oro por espejitos no servía de precedente?

A ver… la CEE le dice a España que no se pueden adoptar medidas que restrinjan el comercio como represalias, Rajoy se enoja porque Obama se hace el boludo, de México solo logran que manifiesten que no comprenden las razones de Argentina (¡mandenmeN a la Salma Hayek que le explico!), el Comandante banca… Evo, Pepe y Dilma también, Correa, uy, Piñera!… los chinos quieren invertir…  Perdón, me colgué… ¿Qué el aislamiento internacional lo qué…?

Y para terminar, por hoy, no se puede ser tan inhumano y desatender el estado que la situación le provocó al pobre de Rajoy: “profundo malestar”… para vos Mariano, de puro pata que soy nomás, y para que veas que no te guardamos rencor.




5 comentarios:

Ricardo dijo...

Creo que con lo de arbitrariedad se refieren a que sólo afectamos a Repsol y no a otras empresas que participan en el sector. Por otra parte, esa arbitrariedad difícilmente pueda ser tal si miramos nuestra historia.

Un abrazo.

Pibe Peronista dijo...

Amigo Rucio, veo que tiene siempre presente a nuestra querida "Lucy Liú". Por lo demás, todo la menundencia que fogonea la corporación mediática alrededor de la expropiacion de nuestro petroleo, desde el dedito de Kicillof hasta vaya a saber uno que pelotudez, no aporta NADA, son todos una reverenda una mierda. Si hasta los radicales se ven compelidos a votar a favor mientras tragan saliva a mares, caso contrario tendrán que bajar los cuadros de Yrigoyen del comité nacional. Cahivaches todos!!!

Abeazo grande!

Luis Quijote dijo...

Así opinaba Rajoy <=Clic, respecto a los hidrocarburos.

Lucía dijo...

No serà que Rajoy and Co. hacen tanto ruido para calmar las papas calientes que tienen, y que en definitiva la expropiaciòn les convenga pero lo que no les cierra son $$$?

H.M. dijo...

Aplaudamos y que no nos roben la alegría compañero!!
No una alegría arbitraria por pasar la noche en vela con chori y tetra, no. Una alegría con motivo y sentido... Y VAMOS POR MÁS!!!