domingo, 30 de septiembre de 2012

¿Cuánto vale la cabeza de Guillermo Moreno?




Renunciado o muerto. Así están las cosas.  Apenas hace menos de dos meses se lanzó la enésima rabiosa campaña “Moreno ya renuncia” de la que dábamos cuenta en este post.




Por supuesto que a Moreno no se le movió un pelo. Persistentes e ingeniosos en la prosecución de su objetivo, el “Club de Detractores de Guillermo Moreno” supo articular 2 nuevos sucesos de singular relevancia social para implementar el relanzamiento de su campaña: la sensibilización lograda por la exitosa campaña contra la violencia de género y la reedición de la metodología del caceroleo paquete “autoconvocado” mediante las redes sociales. El vedetismo mediático de la siempre dispuesta presidenta de ADECUA  y el descubrimiento de una nueva estrella del firmamento de los ciudadanos perseguidos (una despachante aduanera), un poco de edición y concienzuda reiteración, más la puesta en movimiento del aceitado aparato  feisbukero, hizo el resto.




Más allá del patético logro obtenido, que intentó ser disimulado con una violenta reculada “espontáneante desconvocante” (alegando el lanzamiento a las calles de hordas kirchenristas enfurecidas y sedientas de sangre cacerola), lo cierto es que la maniobra desnudó un par de circunstancias:

1) el in crescendo de la violencia cacerolera, puesto de manifiesto en la difusión afiches virtuales como este:




Que junto a un accionar mafioso que incluyó innúmeras amenazas de muerte (metodología que no se veía desde el apriete masivo a legisladores e intendentes durante la rebelión agrogarca de 2008), por fin despertó en otros  funcionarios del Estado una reacción tendiente a encauzar estas provocaciones por el carril que corresponde: la justicia penal. No hay que olvidar que la coacción ya logró separar a Oyharbide de la causa que se le instruyó a Moreno por el supuesto maltrato femenil, y esto (si bien el objetivo era conseguir directamente su renuncia) lisa y llanamente implica obstruir el funcionamiento de las instituciones republicanas por vías no legítimas ¡Vaya paradoja!

2) la funcionalidad de la “espontánea” práctica a los intereses de las grandes corporaciones mediáticas y financieras. 

A pesar de las permanentes prédicas de Ismael Bemúdez, entre otros tergiversadores de feria, ya ha sido hasta el hartazgo explicado la utilidad que representan las estadísticas del Indec. Sin embargo el grupo de tareas mediático insiste  en convencer a “lagente” que el aumento del precio de la lechuga está íntimamente  relacionado con las maniobras del Guillermo “Polémico” Moreno desde su desembarco en el instituto. Claro que este juego no tiene otro objetivo que sumar masas indignadas a la causa de las corporaciones. Distraídas masas a las que seducen más las diatribas de Clarín que el hecho que  el precio acordado por el gobierno nacional para el aceite conste en la etiqueta que es de $ 7,63, pero lo paguen en el almacén, minichino o supermercado a $ 14 o $ 18 sin chistar, inducidos por la compleja maniobra de dispersión-pegado de la etiqueta con el remarcado justo arriba del precio acordado. Todo culpa de Moreno, no de la angurria de los honestos auspiciantes potenciales.

Salvo que creamos que la amenaza de Christine Lagarde  o el alza del riesgo país con que las calificadoras de riesgo “premiaron” a la Argentina días atrás, estén inspirada en la filantrópica preocupación que les generan millones de consumidores argentinos, los cuestionamientos permanentes a los índices publicados por el Indec obedecen a alguna otra razón. 

El país de España nos arrima una “pista”: “Argentina ahorra 9.700 millones de euros por la subestimación del IPC”, o mejor, nos explicita a los gritos el trasfondo de la operación "fuera Moreno" desde un titular. Ese es el precio de la cabeza de Moreno, una recompensa que, al contrario de los que sucedía en el lejano Oeste norteamericano, no sería abonada a los diligentes cazarecompensas como Burgallo o el resto de las huestes convocantes a los escracherolazos, sino que, paradójicamente, sería percibida por los mismos que ponen el precio y, eventualmente, entre algunos de los que esconden su condición de lobistas tras la cacareada apariencia de periodista o medio independiente.

Digamos que no son demasiado contagiosas ni convocantes consignas como “seamos honestos: paguemos más a los acreedores”, o "movilicémonos para preservr el monopolio",  ni auspicia un aluvión de votos la promesa electoral de revisar los índices para acrecentar la deuda que pagaríamos todos; lo cierto es que detrás de la explotación de la falsa imagen de mujeres víctimas de un espíritu misógino, o de la defensa de la sociedad de un personaje corrupto y violento, se esconde el propósito de beneficiar a los mismos que vienen expoliando a nuestro país desde el 55 para acá.  

Y en esa interpretación, y de triunfar la embestida corporativa mediático-financiera ¿con los cacerolos clasemedieros qué? Bueno, ya que la operación está montada sobre un eje feministoide, vale recordar a Olimpia de Gouges: la incansable luchadora contra el absolutismo monárquico, quien, una vez triunfante la Revolución Francesa, fue condenada a la Guillotina por reclamar que los “derechos del Hombre y del Ciudadano”, sean extendidos también a las mujeres. ¿ta’claro?







miércoles, 26 de septiembre de 2012

Después no me digan que no les avisé.



Año 102 D.M. (2046 D.C. según el Calendario occidental): Montevideo lanza el ataque final y recupera el estratégico enclave de Punta del Este. Se ordena la repatriación de la totalidad de la población colonial porteña. Regresados en masa a la Polis Libre Asociada PROrepublicana de Buenos Aires, Vicente López, Nordelta y Countries afines, los indignados desplazados organizan un multitudinario cacerolazo que pone en jaque el reinado de la dinastía fundada por Mauricio Macri el 8 de Diciembre de 2012. ¿Pero cómo llegamos a esto? 



Todo resultó a partir de una serie de absurdas derivaciones de la movilización llevada a cabo el 13 de septiembre de 2012. A fines del mes de octubre del mismo año, la entonces capital argentina recibió una fuerte ola inmigratoria procedente de la República Bolivariana de Venezuela, compuesta por familias patricias de esa procedencia, decepcionadas por la catastrófica derrota sufrida por el candidato Henrique Capriles Radonski e ilusionados por las promesas de felicidad y neoliberalismo que difundiera el propagandista macrista Miguel Del Sel. 

Con inusual agilidad, la legislatura porteña en una maratónica sesión sancionó: 1) declarar “inmigrantes de baja calidad” a la totalidad de los habitantes de los barrios de Villa Soldati, Villa Riachuelo, Villa Lugano y Mataderos; 2) ordenar su inmediato desalojo y traslado “allende el Riachuelo o la General Paz, hacia el Sur o el Oeste así como de los internos de hospitales y centros de salud mental que no puedan acreditar la ciudadanía porteña por más de cuatro generaciones antecedentes”; 3) la toma de un empréstito multimillonario para ser destinado a un proceso de reurbanización del sector, apropiado a las características, idiosincrasia y poder adquisitivo de los recién llegados y atendiendo a los derechos que les asisten en su carácter de refugiados políticos. Desde entonces la zona pasó a ser conocida como “Nueva Miami” o más comúnmente, como “La Gusanera”. 

La misma sesión fue aprovechada para declarar “personas no gratas en todo el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” a “La Señora de Enfrente, sus Ministros y demás colaboradores” y a la totalidad de los Senadores y Diputados Nacionales considerados hostiles, teniéndose por tales a aquellos que votaran favorablemente “leyes de confiscación de YPF o de AFJP, de Control de Medios de Comunicación, de traspaso de medios de transporte a la ciudad autónoma de Buenos Aires y/o de traspaso de fondos judiciales al Banco Nación”, así como toda otra norma “tendiente a afianzar el autoritarismo hegemónico K y/o pretenda atribuir cualquier tipo de responsabilidad o sumar funciones a la administración de la CABA”. 

La airada protesta de los residentes de la zona sur, quienes se movilizaron en protesta a la Municipalidad, fue violentamente disuelta por la Policía Metropolitana, con la desinteresada colaboración de un batallón de U.S.Seals que circulaban casualmente por el lugar. La indignación de los medios de prensa independientes se hizo escuchar inmediatamente: “Inadmisible intromisión - Nueva intento de destitución del Jefe de Gobierno Porteño protagonizó La Cámpora” titulo Clarín. Por “Nueva arremetida presidencial contra la autonomía de los porteños” optó La Nación. Jorge Lanata inició una profunda investigación periodística que desvinculó a la embajada norteamericana de la actuación de los marines, consiguiendo demostrar que los uniformados, en realidad, eran integrantes del Vatayon Militante al mando de fuerzas de choque conformadas por presidarios y jóvenes coptados por el adoctrinamiento eternautístico. 

El 8 de noviembre, la parte más sana y representativa de la sociedad porteña se movilizó en un nuevo cacerolazo. Mucho más organizados que en anteriores oportunidades, todos marcharon de remeras blancas y pantalones oscuros, cómo se les indicó, se negaron a proferir improperios en forma de declaraciones a los noteros presentes, como se les indicó, y sólo manifestaron a través de carteles, como también se les indicó. 




Los oriundos de Buenos Aires portaban unos que decían “somos el 46”, mientras que las columnas de venezolanos y los marines se identificaron con otro que decía “we are the other 54”. La prensa independiente llenó el vacío de la falta de consignas, y reflejando el espíritu de la movilización tituló “En contra del autoritarismo K. Miles de argentinos se movilizaron en defensa del grupo Clarín”.

Grande fue la sorpresa de propios y extraños cuando, presentada que fuera la Cadena Nacional, en lugar de la Presidenta apareciera Horacio Fontova entonando el siguiente manifiesto:




Ese fue el preludio para que a posteriori se anunciara el Traslado de la Capital Federal, y de todas las dependencias del Gobierno Nacional a San Miguel de Tucumán.


En otra nueva sesión convocada de urgencia, la Legislatura de CABA con anuencia de La Embajada, se declaró independiente y anexó territorios, tomando el nombre de Polis Libre Asociada (a los Estados Unidos de Norteamérica) PROrepublicana de Buenos Aires, Vicente López, Nordelta y Countries afines. Previendo la difícil situación económica por la que atravesaría, solicitó un multimillonario empréstito, declaró los bosques de Palermo y demás espacios verdes “zonas aptas para el cultivo de soja” y ordenó la invasión a Punta del Este, de lo que inmediatamente se hicieron cargo 2 divisiones de la Metropolitana, la UCEP residual, y un regimiento de milicianos voluntarios venezolanos, asistidos logísticamente por un batallón de U.S.Seals con los que La Embajada negó toda vinculación, que tras escasa resistencia lograron instalar a Gabriela Michetti como Virreyna.

La prensa mundial dedicó elogiosos y auspiciosos comentarios a la impresionante ceremonia de coronación de Mauricio I, concelebrada en la Catedral por el Prelado Jorge Bergoglio, el Raví Sergio Bergman y el padre espiritual de la naciente nación, Sri Sri Raví Shancar, donde jurara desempeñarse con lealtad a la banca y a la libre empresa por la memoria de Osvaldo Cacciatore.  Todo fue a partir de allí paz, armonía, amor y consenso en la metrópolis, dirigida por un prestigioso gabinete de notables que contó entre otros con Jorge Alberto Fino Palacios como Ministro de Defensa, Seguridad, escuchas legalizadas y demoliciones; Esteban Bullrich en Educación, Cultura, control pedagógico y despidos docentes;  la Dupla Martín Redrado y Alfonso Prat Gay se hicieron cargo de las carteras  de Endeudamiento Externo, comisiones e intermediación bancaria y de Dolarización Galopante y socialización de pérdidas y quebrantos respectivamente, mientras que los asuntos exteriores fueron delegados a perpetuidad en cabeza de quien el gran país del Norte designare embajador. A Lilita Carrió correspondió el honor de hacerse cargo del Ministerio de Culto, augures y predicciones, Patricia Bullrich fue designada en la Secretaría de Trabajo esclavo y desarticulación sindical, del que dependía el Departamento de Rechazo de Beneficios sociales y Previsionales a cargo de Eduardo Amadeo. 

La legislatura fue disuelta, pero en su lugar se instituyó un Gran Consejo de Notables conformado, entre otros, por el Alcalde de Primer y único voto, el Gran Comendatore y Archiduque del Plata Héctor Magneto (vacante desde que humildemente lo declinara por considerarlo un “puesto menor”), el Condestable de Recoleta Jorge Fontevechia, el “Primer Noble de Toga”  Jorge Lanata, la Duquesa de Florida Susana Giménez y la Matriarca de La Gran Orden de Bernardino Rivadavia Mirtha Legrand.

Todo transcurrió en un clima favorable a los negocios hasta que acaeciera el trágico fallecimiento del Gran Comendatore y Archiduque del Plata Héctor Magneto. Sus exequias se celebraron en la ex Catedral, ahora Sagrado Templo del Amor Universal y de la Respiración Liberadora, donde su cuerpo embalsamado descansa eternamente en el lugar que otrora ocupara el General José de San Martín (remitido de urgencia a San Miguel de Tucumán). Las profundas muestras de dolor se tradujeron en su póstuma designación como “Padre de la Patria Porteña” y en la adopción del calendario de “nuestro señor Magnetto” que tuvo su punto de arranque el 9 de julio de 1944, fecha del natalicio del prócer fundador.

Increíblemente, a partir de su desaparición física todo pareció palidecer y marchitarse. Aparecieron las primeras manifestaciones de descontento al descubrirse que “el Gran Canal de Avenida de Mayo” no se trataba de un importante atractivo turístico como fuera anunciado, sino de una inundación de carácter permanente producto de un conjunto de desatinadas medidas de gobierno.

Recordaron entonces los porteños que, perdidos los subsidios que se otorgaban para su mantenimiento, con gran fanfarria se había anunciado la reconversión de los túneles por los que transitaban los subtes en una compleja red de desagüe pluvial. Pero parece ser que, desde que Guillermo Moreno (nieto) aumentara escandalosamente los derechos de importación de residuos urbanos hacia la República Argentina, la basura fue depositada clandestinamente en los ductos, produciendo la catastrófica obturación que diera lugar a las Tercera y Cuarta gran inundación. La infausta situación había sido disimulada con la inauguración del “Gran Canal”, pero con el tiempo y a pesar de la sustitución de las bicisendas por carriles exclusivos para botes a pedal, la ausencia de Héctor Magnetto se empezó a hacer notoria. 

La injusta medida adoptada por el Gobierno Uruguayo de reconquistar por la fuerza su propio territorio, y la expulsión de la población porteña allí alojada, trajo aparejada la ola de descontento definitiva. Los venezolanos que habitaban “la Gusanera” se negaron a ceder espacios a los recién llegados, generándose multitud de controversias y desmanes. Los habitantes de barrios flotantes que se extendían a lo largo de toda la ribera y bajo el Puente Puerto Maderos-Punta del Este (poblados por familias desalojadas de los que fueran la Villa 31 y otras) ya preparaban la embestida final reunificadora.  Pesar del blindaje que le confería el XXVI Gran Empréstito, Macriópolis colapsaba.





lunes, 24 de septiembre de 2012

LA TENÉS ADENTRO!

Confirmado: Los billetes de $ 100 con la imagen de la Compañera Evita, ya están en los cajeros automáticos.











 

Y sí, cuando la señora Presidenta dice que la lucecita de adentro de la heladera se apaga cuando cerrás la puerta, algunos leen Clarín que lo desmiente, y mueren de hipotermia por pelotudos.






sábado, 22 de septiembre de 2012

Zizek: los cacerolos y la colonización del sentido común.




El esloveno Slavoj Zizec es algo así como el reflejo en el espejo de la Sarlo. Arrancó como sostén ideológico de la derecha disidente de Europa oriental, del anticomunismo cerril, pero en vez de disfrutar de las mieles que le ofrecía el mundo post “caida del muro”, reencaminó su espíritu hasta transformarse paulatinamente en un referente del moderno pensamiento de izquierda. Salvando las distancias, claro, lo de la Sarlo es de cabotaje.



Lo traigo a colación porque arrima varias pautas para ayudar a interpretar la metodología  y el sentido de la acción cacerolera. Aclaro desde ya que este post no tiende al análisis de las motivaciones personales de un espectro tan amplio de  individuos (que presentan extrema dificultad para ser rotulados como “grupo” en el sentido que le da al concepto Pichón Rivière (*), y por ende, resulta inútil analizarlos como tal), sino que apunta al modo en que los promotores de la manifestación han logrado reducirlos a una muchedumbre (**), los han arriado a un lugar común, y esperan instrumentarlos como escenografía  para el logro de sus objetivos particulares (que no tienen por qué ser los mismos que las aspiraciones de las parcialidades que conformaron la muchedumbre). Lo digo para evitar chicanas onda “los K siguen sin entender los reclamos legítimos de la gente” y para advertir que si el lector es un convencido de la “espontaneidad” del cacerolazo  13-S, es hora de que deje de perder tiempo en esta lectura.

Zizek en “En defensa de la intolerancia” (2001)  se explaya teniendo en miras a la caída del modelo soviético, y, particularmente, en la organización social que la empujara. Nos explica cómo fue posible que sectores tan dispares y con inquietudes a veces diametralmente opuestas, convergieran en acciones políticas comunes para enfrentar al régimen en Polonia: 

“La expresión "los comunistas en el poder" era la encamación de la no-sociedad, de la decadencia y de la corrupción, una expresión que mágicamente catalizaba la oposición de todos, incluidos "comunistas honestos" y desilusionados. Los nacionalistas conservadores acusaban a "los comunistas en el poder" de traicionar los intereses polacos en favor del amo soviético; los empresarios los veían como un obstáculo a sus ambiciones capitalistas; para la iglesia católica, "los comunistas en el poder" eran unos ateos sin moral; para los campesinos, representaban la violencia de una modernización que había trastocado sus formas tradicionales de vida; para artistas e intelectuales, el comunismo era sinónimo de una experiencia cotidiana de censura obtusa y opresiva; los obreros no sólo se sentían explotados por la burocracia del partido, sino también humillados ante la afirmación de que todo se hacía por su bien y en su nombre; por último, los viejos y desilusionados militantes de izquierdas percibían el régimen como una traición al "verdadero socialismo". La imposible alianza política entre estas posiciones divergentes y potencialmente antagónicas sólo podía producirse bajo la bandera de un significante que se situara precisamente en el límite que separa lo político de lo pre-político; el término "solidaridad" se presta perfectamente a esta función: resulta políticamente operativo en tanto en cuanto designa la unidad "simple" y "fundamental" de unos seres humanos que deben unirse por encima de cualquier diferencia política”.
A mi humilde entender, la acción cacerolera, si bien converge con la situación descripta por Zizek en el carácter de conglomeración de diversidades, también se encuentra respecto a ella en una situación embrionaria: ha advertido la posibilidad catalizadora de enfrentar a un gobierno, pero aún no ha encontrado el significante inclusivo y totalizador que transforme la muchedumbre en grupo y, en consecuencia, sólo logra generar hechos políticos, aislados y hasta inconexos, pero no una acción política coordinada y eficaz a desarrollarse en el tiempo necesario. Tal circunstancia ha sido claramente puesta de manifiesto en las entrevistas recogidas aquella misma noche entre los concurrentes. Para colmo, las consignas más escuchadas fueron las manifestaciones de odio visceral o, directamente, el “que se vayan”, sinceramiento adecuado en el enfrentamiento con una autocracia, pero francamente disfuncional frente a un gobierno democrático elegido hace menos de un año por una mayoría del 54%.

Poco importa en el caso que cualquier análisis que pretenda ser tomado seriamente  indique una clara distinción entre la Argentina de hoy día y las condiciones socio-políticas y económicas objetivas de Polonia en los 80. Lo importante es la existencia de algún sentimiento particular de encono con el Estado o el gobierno, por cualquier causa que ni siquiera debe tener que ser calificada como común, para que el persistente machaque sobre “el sentido común” logre enfocar la animaversión individual y la colectivice. El “sentido común” ha sido cuidadosamente adiestrado desde los medios hegemónicos como eficaz antídoto a toda respuesta o explicación política, es capaz de volver refractario al individuo a cualquier análisis e, incluso, de trastocar su encono en odio e ira, si su creencia o el prejuicio afincado a nivel del subconsciente, osan ser contradichos desde un comunicador gubernamental. 

Es que “lo político”, “lo público”, “lo estatal” ha sido cuidadosamente constituido en el enemigo durante décadas. Es “ese que no hace nada”, “ese que me roba”, “ese que me espía”, “ese que hace que suba el tomate”, “ese que me impide expresarme libremente”… negándole toda connotación positiva y achacándole hasta las más absurdas conductas destructivas. Producto: es el culpable de todos mis males, jamás el que posibilita o crea las condiciones para alguno de mis éxitos. Sobre la base de la demonización del Estado resulta sencillo configurar “climas” hostiles.

“La lucha por la hegemonía ideológico-política es, por tanto, siempre una lucha por la apropiación de aquellos conceptos que son vividos "espontáneamente" como "apolíticos", porque trascienden los confines de la política” dice Zizek, y allí reside el secreto del triunfo parcial de los convocantes al caceroleo. Los medios de comunicación masiva han logrado apropiarse del lugar de fiscales del quehacer político, aparentando ajenidad de todo otro interés que no sea los filantrópicos de “investigar la verdad” contrapuesta al “relato” y “hacerla conocer” a los pasivos receptores.  Han generado en torno a sí un halo de inocencia y objetividad que no logra aún ser despejado para poner al  descubierto sus prácticas manipuladoras. Esa supuesta ajenidad de lo político es la que logra disipar incluso las mejores evidencias de su parcialidad: los otros medios o los periodistas que pretenden poner en negro sobre blanco sus verdaderas motivaciones, son cubiertos con el manto de sospecha de una vinculación con el gobierno. La sola acusación (aunque sea disparatada) de ser Medios oficialistas o periodistas militantes defenestra cualquier prueba concluyente que se esgrima en su contra, hasta la judicialización de sus perversidades se ven paralizadas cuando se lanza el conjuro “justicia adicta” o “juez K”. Aquel principio de presunción de legitimidad del que gozaban a los actos de la administración, hoy fue sustituido socialmente por el principio de culpabilidad mediático, que inmuniza y vuelve impune su complejo e interesado accionar. 



En estas condiciones, la actitud destituyente deja de ser una cualidad negativa y oprobiosa, muta mágicamente en resistencia al régimen o intento de sacudir la opresión, virtud con la que se dota a la muchedumbre previa a lanzarlas a la calle. ¿Quién pudo hacer volar la imaginación lo suficiente como para concebir de un joven sacado vociferando “¡quiero irme de viaje todos los años a Punta del este, entendelo tarada!” un adalid de las instituciones republicanas? ¿Cuál mente afiebrada soñó con escuchar un liberal-socialista como Binner congratulándose por una marcha convocada por un nazi confeso como Kanki Biondini?  Sólo la alquimia de la Televisión, condimentada con fuertes dosis de oportunismo político, pueden perpetrar estos fenómenos insospechados. 

Lo cierto es que la compleja trama de manipulaciones, tergiversaciones, mentiras y ocultamientos masificados y persistentes, ha vedado el ingreso de la política al terreno del sentido común de “lagente”. Aún falta mucho para siquiera empatar la batalla cultural, aquella que muchos creían devenida en un aplastante triunfo.

Cuando aludo a la ausencia de espontaneidad, no reduzco la sentencia a la convocatoria, sino también a la creación del caldo de cultivo de la reacción. Pero es aquí también donde los medios de difusión masivos, a pesar de demostrar su capacidad de generar estados de ánimos reactivos, simultáneamente, reinciden en dar cuenta de una impotencia organizativa que les impide consolidar logros parciales obtenidos. El correcto análisis de Zizek respecto a la articulación de “Solidaridad”, pone de manifiesto los déficit de su sucedáneo vernáculo: ni un programa de contenidos mínimos, ni un Lech Walesa aparecen, y, salvo que consideremos la posibilidad de poner en ese lugar a Sri Sri Raví Chantar, tampoco un Papa polaco.  Y esto es de suma gravedad para ea causa, porque si atribuimos valor de prenda de unidad al significante unificador “que se vayan”, no deja de ser una limitante en cuanto propuesta de caos poco proclive a seducir mayorías con un grado mínimo de racionalidad, alertados del fracaso de la misma consigna en 2001. 

En definitiva, la alternativa cacerolera, hasta el momento, no puede ser considerada más que una insinuación oclocrática en manos de “gente linda”. Y seguirá siéndolo, al menos hasta que, eventualmente, se visibilice y logre el suficiente respaldo popular “la conducción política” en que pretende constituirse el GAPU (Grupo de Acción Política para la Unidad), precámbrica herramienta que impulsa a Macri a conventirse en el Capriles argentino, ante la inviabilidad (e inaceptabilidad para los sectores fundantes) de que Moyano asuma el protagónico rol de Walesa sudaca.





(*) Grupo: “un conjunto restringido de personas que ligadas por constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna se propone, de forma explícita o implícita, una tarea que constituye su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles”.

 (**) En el sentido estricto que confiere al término Ortega y Gasset, meramente cuantitativo y visual, no cualificado, por ejemplo, por un ideal común. Carece de los atributos necesarios para ser considerada “pueblo”.

 (***) Olocracia: gobierno de la  la muchedumbre que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad viciada, evicciosa, confusa, injuiciosa o irracional, por lo que carece de capacidad de autogobierno y por ende no conserva los requisitos necesarios para ser considerada como «pueblo».