Que la tragedia se
repita como farsa (introduciendo elementos grotescos para forzar la
asimilación) no es una novedad. Como tampoco lo es que muchos se empeñen en
tropezar con la misma piedra, e intenten justificar su idiotez en que esta vez
la piedra estaba pintada de distinto color.
Recuerdo la gran
crisis terminal del Alfonsinismo. El “gran capital” apedreando el nido de una
democracia trémula, ingenua e inexperiente. Nido ubicado en un árbol sacudido
por las tormentas que desataban Clarín y La Nación fogoneando incertidumbres,
incentivando expectativas apocalípticas y plantando angustias (por supuesto,
cuando el fuego se hizo incontrolable, el coro comunicacional recitaba “los periodistas
no generamos inflación - los periodistas no generamos devaluación”). Mientras
los asalariados corrían, sueldo en manos, una loca carrera para ganarle a la
remarcación supermercadil, la clase media se indignaba con Mazzorin mientras pasaba
sus Australes a dólares que crecían en los arbolitos céntricos. Ah! Y Altamira…
señalando que el camino de los saqueos y la tragedia, anunciaba que la
revolución estaba a la vuelta de la esquina. Pero no fue así, a la vuelta de la
esquina esperaba Menem.
Para el 2001, modificaron
la táctica. Era lógico, tuvieron que optar por la calidad en lugar de la
cantidad. Durante una década se dedicaron al saqueo “hormiga” de las mayorías, mientras
que las minorías pastaban alegremente dólares en los graneros bancarios. Bastó
con cebarlos bien, y cerrar las puertas por dentro. Soplar y hacer corralitos,
embolsar y remitir a la matriz. A Clarín y La Nación, esta vez le toco el rol
de tapar agujeros a la mirada de los ingenuos, en vez de desestabilizar, ahora pintaban
de lago de aguas mansas el tembladeral del ocaso de la convertibilidad. Ya tenían
experiencia, lo habían hecho durante las Dictaduras. Y Altamira? Nunca acusó a la especulación financiera
internacional, se trataba de un “autogolpe” (una categoría genérica, amorfa y multifuncional,
de óptimo rendimiento para llenar los vacios que dejan la impotencia
programática propositiva y los análisis ideológicos simplones y esquematizados.
Muletilla multifacética y de uso recurrente tal como “gestión de los obreros y control de los usuarios”, “ajustazo encubierto”, “rodrigazo en cuotas”, “crisis terminal del capitalismo” o el
adolescentista “cualquier cosa, YA!”).
Por uno de esos extraños
abortos de la naturaleza, cuando la mayoría esperaba resignada dirimir una
segunda vuelta entre Menem y Lopez Murphy, el doloroso parto anunciado por
Carrió dio a luz un hijo macho de huesos muchos más duros de roer. No digamos
que el carrousel cambió el sentido de su giro, pero es indiscutible que la
morigeración de su cadencia, que el aumento de los caballitos, permitió subir a
muchos más aspirantes a la gloria de la sortija.
Esta vez, desde el
propio Gobierno, se difunde el hábito de asignar al anónimo “gran capital” caras,
nombres y apellidos. Costumbre molesta para los que gustan operar desde la
impunidad del anonimato y bajo el interpósito amparo del vocero elegido por las
“entidades gremiales patronales”. Hay Ferrán y Matta, Brufau, Fiat se llama
Ratazzi, Cotto pasa a ser un hombre de carne y hueso y no un supermercado, se corre la cortina de Clarín y
aparecen Magnetto, Pagliaro, Aranda y Rendo, Grobocopatel dejó de sonar a
palabra inventada para ganar al escrabel. Su popularidad trascienden las
elitistas fronteras del público de Caras, Forbes o Fortuna, y sus nombres son apropiados
y pronunciados por las punzantes lenguas de la plebe, enemigas de los
eufemismos y las elipsis: “ese hijo de puta de” suele preceder su mención,
desplazando antiguos honores, títulos y rangos.
Ya es pasado los
tiempos en que Shell compraba dólares para importar bienes de capital y, paralelamente,
los medios informan una disparada del dólar. Ahora Juan José Aranguren “calienta”
el mercado del dólar pagando 8,50 lo que cotizaba 7 y pico y publicando la
operación al cierre de la rueda diaria para fijar su cotización en ese punto. Ahora
Magnetto y Cia. operan la consolidación de una devaluación artificial,
realizada mediante una sóla operación, y generan expectativas inflacionarias e
hiperdevaluatorias. Ahora Altamira festeja que apareció por fin quien pagó la
seña de su tan anunciado “rodrigazo en cuotas” y anuncia que, por sorteo o
licitación, esta vez sí, en la misma esquina nos espera la revolución
proletaria (aunque el sabe, sí lo sabe, que a la vuelta esperan la bendición Massa,
Macri y la derecha radical-socialista, el neomenemismo y el neodelarruismo. A
Altamira, a lo sumo como en 2000, se le reserva a una banca combativa en la legislatura
porteña o en el Congreso Nacional).
¿Y la clase media? Ah,
sí… la clase media, la nueva, cuentapropista y emprendedora clase media otra vez
será víctima propiciatoria. La máquina de empernar boludos tiene la mira fija
en ellos, el infernal aparato descerebrador hace un año que les viene vendiendo
la ilusión del salvataje egoísta bajo la forma de dólar blue sobredimensionado
a la medida de su aterrorizada visión del país. Como las otras veces, amenaza
en convertirse en el motor inconsciente y autodestructivo de la
desestabilización de un sueño para mayorías.
Una simple operación
matemática, hipotética, lo demuestra. Supongamos que hace 10 días la casa
matriz de Shell haya girado a Aranguren 3 millones de dólares para realizar
alguna inversión (la filial local de Shell no exporta nada), importando para
Argentina lo que sea. Supongamos que Aranguren los haya volcado al mercado
ilegal, a 11 o 12 pesos (aprovechando la necesidad de la moneda extranjera y la
imposibilidad de los operadores turísticos evasores de adquirirla para sus
próximas vacaciones después de la temporada). En ese caso, la jugada política que
lo posiciona en la más alta de las estima del empresariado nacional, de los
medios desestabilizadores, de los especuladores de divisas, y lo transforma en
el nuevo héroe de la vanguardia revolucionaria de la clase obrera con avanzada consciencia
de clase, ni siquiera la pagó de su bolsillo. Por el contrario, la
miserabilidad intrínseca del capitalismo habilita a imaginar que la operación fue
financiada por miles de angurrientos evasores. A Aranguren le representó un
incremento de su propio peculio de unos 3 pesos por cada dólar recomprado en el
mercado legal. Lo que fue evadido al Estado, terminó en el bolsillo de
Aranguren… más la gloria, claro está.
Si todo marcha como
Aranguren y sus amigos esperan, les va a seguir yendo bien, mejor seguramente.
Eso sí, el clasemediero puede despedirse de su posibilidad de evadir, no porque
lo vayan a perseguir, sino porque ya no va a recaudar… Y Altamira, seguirá
pronosticando oportunas debacles y lanzando consignas convocantes desde Clarín
y La Nación. Después de todo, una izquierda civilizada y sumisa es tan útil
como una izquierda ultra e incendiaria pero que no cuestiona el poder real ni
es capaz de construir un modelo alternativo.
3 comentarios:
La maniobra es muy sencilla y tantas veces vista... Ahora podrán ahorrar en moneda extranjera. Macanudo. ¿Y despues? ¿Se lo van a llevar a su casa? Despues vendrá una costosa campaña publicitaria de los Bancos para captar esos depósitos. Por supuesto que los colocarán en Bancos extranjeros ¡Mas vale! Bancos como el Santander o el BBVA que están en quiebra virtual en su país, o el HSBC que tuvo que ser nacionalizado por Inglaterra para salvarlo de la quiebra. Si prosperan en su maniobra destituyente, esos dólares que compraron para ahorrar, quedarán atrapados una vez mas en algun corralito o corralón. Entonces saldrán nuevamente a golpear la puerta de los Bancos y a echar pestes, pero convencidos, ya que esa generosa pauta publicitaria del que hablé antes, les garantizará un meloneo constante por el cual estarán convencidos de que "la culpa de todo la tienen los K". Parece mentira, pero ya compraron la crisis del '30 culpa del Radicalismo, la del '55 culpa de Perón y todo así. Los perros del matadero seguiran matandose por el bofe, mientras el matarife seguirá llevandose las medias reses.
Película vieja. Ya la vimos.
Pero si de comparar se trata, Chaplin fué el rey del cine mudo, y Sandrini el de cine tartamudo.
La descripcion es casi exacta, falta un protagonista importantisimo en esa tragedia, el que por medio de 13 paros le dio el golpe de gracia a la democracia, el hijo de puta Saul Ubaldini, un mafioso que sabia perfectamente que el embate de la gente en la calle y la huelga solo podia debilitar a la democrqacia de por si debil, curioso que casi no se lo nombre. Hagamosnos cargo de los errores, pero de TODOS los erroes, no solo los tristes y lastimeros, tambien los de hijos de mil putas.
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