Cuando suceden cosas
como la que sufrieron los artífices de Charlie Hebdo, prácticamente se imperone no reflexionar más allá de la obviedad de la superficie, al menos
por un plazo prudencial. Cualquier vueltita al asunto, o inspirada en la
calidad o magnitud de las reacciones inmediatas podría ser alcanzada por una de
las tantas genéricas impugnaciones morales, como la que señala Martín Granovsky
en Página 12: “Es obvio que no es momento de
comparaciones, porque cada muerte es absoluta en sí misma y quien diseñe un
ranking corre el riesgo de terminar justificando la matanza, como sucedió el 11
de septiembre de 2001 cuando unos pocos en el mundo creyeron que era de
izquierda relativizar la gravedad del ataque a las Torres Gemelas”.
“Es obvio” que
relativizar no quiere decir, necesariamente, quitar importancia. A menos, claro,
que la crudeza de un acontecimiento nos provoque ceguera o amnesia, a tal punto
que coronemos el hecho con el valor de lo trascendental y lo absoluto.
Varias consecuencias
inmediatas se desprendieron del atentado: una muestra globalizada de
solidaridad y congoja; 2 ataques a mezquitas y uno a una tienda de kebabs,
todos en Francia. Y una tercera, a cargo de las grandes empresas de medios: aún antes de
cualquier manifestación oficial al respecto, recorrió el mundo el mote de “terrorista”
con que se calificó el hecho, y la imputación genérica que implica sospechar de
“islamistas” a sus desconocidos perpetradores: la televisión lo dijo el “terrorismo
islámico” se había cobrado 12 nuevas víctimas, esta vez en la glamorosa París. Aún
nada de eso está probado, pero ya 3 centros religioso-culturales musulmanes
fueron atacados. La derecha cristiana y xenófoba europea, amiga de garrotear
emigrantes del Magreb y subsaharianos en los oscuros callejones sin que el
atropello tenga tanta repercusión mediática ni despierte tan magníficos gestos
de solidaridad, se frota las manos.
Pero ¿Qué es lo que
hace tan especial al atentado a Charlie Hebdo?
¿Qué el hecho haya
sido perpetrado en el primer mundo? No ha de serlo. Los 92 jóvenes
(politizados, de entre 14 y 17 años) asesinados hace apenas tres años en Noruega por un supuesto “loco suelto” neonazi, ultracatólico
e islamofóbico, no resultaron tan movilizadores, el hecho fue calificado en
forma unánime por la prensa simplemente como “tragedia” e, incluso, ya cayó en
el olvido sin que nadie se preocupe demasiado por indagar trasfondos. Así como
también fue rápidamente erradicado de la agenda mediática el mucho más reciente
atentado en Ucrania contra el avión de Malaysia Airlines, una vez que la
investigación comenzó a alejarse de la primer conjetura masivamente difundida,
tendiente a responsabilizar a Putin.
¿Su condición de
periodistas? Durante el año 2014, en México, fueron asesinados 10 y otros 22
desaparecidos. En el contexto de la “guerra” contra el narcotráfico, el número desde 2007 supera
largamente el centenar, el 90% de los casos se encuentra impune. En Irak,
durante los 4 primeros años de la ocupación norteamericana, las víctimas de ese
oficio se estiman en alrededor de 200, varios de ellos europeos o norteamericanos. Los EEUU y los restantes países
de la coalición se han negado sistemáticamente a juzgar a los responsables.
Poco se puede leer de ello.
¿La supuesta naturaleza
política del hecho, en cuanto afectación a la libertad de expresión? Sin
aditamentos, tampoco parece ser motivo suficiente para movilizar en las
proporciones observadas en el caso. Baste compararlo con los 43 estudiantes normalistas
desaparecidos en Ayotzinapa (más los 6 muertos y 25 heridos por la represión
policial del mismo 26/9), con repercusiones casi estrictamente ceñidas a grupos
politizados y latinoamericanos, relativamente ignorados por los grandes medios
de comunicación masiva.
¿Los posibles móviles
terroristas? Vamos a suponer que, como se dice, el acto fue perpetrado por
musulmanes fundamentalistas que, actuando como brazos ejecutores del Corán, irrumpen
en un territorio ajeno a su jurisdicción, ajustician (sin juicio y sin condena)
a quienes violaron una de sus prohibiciones (difundiendo imágenes satíricas del
Profeta, menoscabando la religión y ofendiendo a sus fieles), todo ello en un
contexto de evidente agresión (militar y cultural) de occidente contra mundo
islámico. Si eso es un acto terrorista ¿porqué ni la prensa ni la justicia occidental
calificó de la misma manera el asesinato de Ben Laden? Al contrario,
independientemente de las acusaciones que pesaban sobre él, el mundo occidental
y cristiano asistió impávido (cuando no aplaudió) su ejecución sumaria,
innecesaria y salvaje; como hasta el día de hoy mira despreocupado la suerte de
los presos (sin juicio) de Guantánamo o el reconocimiento expreso de la
utilización de la tortura sistemática o el asesinato masivo de civiles
(especialmente niños) por desproporcionadas fuerzas de agresión y ocupación.
En definitiva, creo
que nos están amaestrando. Nos están enseñando que la
libertad de expresión es más importante y merece ser protegida a toda costa, si
la ejerce una empresa mediática a cuando la ejerce un colectivo popular, o cualquiera
de nosotros individualmente. Y que no es lo mismo que la conculque un Estado
neoliberal (con su policía, su ejército y sus narcotraficantes), a si supuestamente
lo hacen 3 ignotos musulmanes (que terminarán siendo todos los musulmanes). Nos
están diciendo que tenemos que ser disciplinados consumidores de los mensajes
que nos inculcan, nada de andar ensayando miradas complejizadoras, ni de
sospechar que algo se esconde detrás de quienes deben ser insospechados. Después
de todo, las tapas que escogí de la revista demuestran que la gente de Charlie
Hebdo era susceptible de cosechar otros enemigos, tan o más intolerantes y
violentos que los fundamentalistas islámicos.
Y, sin pruebas al
canto, nos están sugiriendo que los únicos terroristas (DRAE - terrorismo. m. Dominación por el
terror. || 2. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror) o
que merecen ser llamados tales, son los musulmanes, esos bárbaros sentados
sobre barriles y barriles de petroleo. No lo son los gobiernos neoliberales que
amenazan con hambre y miseria para que aceptemos el hambre y la miseria, pero
en orden. No lo son los medios de comunicación que manipulan la información y nuestros
sentimientos para hacernos funcionales a sus intereses. Tampoco lo son los
narcotraficantes, ni los ejércitos regulares que asesinan y bombardean masivamente
en nombre de la libertad y la democracia; ni la xenofobia y el neofascismo,
siempre listos para estigmatizar al diferente y para ahogar violentamente toda
reacción contra la injusticia.
A diferencia de Granovsky,
creo que nunca está de más hacer comparaciones, y que eso no justifica ni
relativiza nada, mucho menos la muerte. Es sólo abrir el paraguas ahora, cuando
la sensibilidad fogoneada desde la tele le gana terreno a la razón, cuando la
ultraderecha europea consiguió su 11-S que justifica el deseado pogrom de
inmigrantes y cuando, seguramente, se reamasarán los intrincados argumentos de
por qué es necesario invadir Siria para vengar las muertes y la afrenta a otro
de los valores fundantes de occidente (la Libertad de Empresa, claro, en el
caso otra vez confundida indisolublemente con la Libre Expresión).
22 comentarios:
Excelente!
coincido plenamente, muy bueno, saludos
La doble vara, la hipocresía, el poderío económico, pese a quien le pese y caiga quien caiga. Por lo que veo, cada día se ensancha más la grieta ... y no sólo aquí.
Un valiosísimo posteo cuyo contenido comparto sin una sola observación.
Hoy, encontré un comentario en otro blog relativo a este tema que terminaba con este pensamiento: "La ley del karma se aplica perfectamente: si fuera francés maldeciría un rato cada día a los invasores y ocupantes de Argelia desde 1830 hasta 1962, que son los que engendraron esta peste." Es decir, sin dejar de repudiar estos asesinatos, siempre es conveniente reconocer que TODO tiene una CAUSA. Si la desconocemos o tratamos de ocultarla, además de hipócritas y mentirosos seremos también malas personas.
Totalmente de acuerdo. Es reconfortante escuchar voces que abren el panorama y empiezan a separar la paja del trigo en este complicado sembradío.
La verdad, esperan que aceptemos como ovejitas el eslogan "somos todos fulano" (que no sirve para cambiar nada, dicho sea de paso) y ahí listo, se terminó el asunto. Esperan que pensemos que hay unos locos por ahí sueltos, que surgen de la nada y les agarra un brote sicótico. Igual que querían hacernos creer que las sangrientas dictaduras latinoamericanas eran fruto de una ola de "militares desquiciados". Este tipo de acontecimientos se insertan en una larga historia geopolítica y un contexto socioeconómico muy complejo.
Muy bueno! felicitsciones!
Mas claro, imposible.
Muchas gracias por incluir mas dibujos que los standarizados en casi todos los medios.
Por el comentario que hizo esta noche sandra russo acerca de este tema " no sumado" a la puesta en contexto de la nueva masacre aqui comentada, realmente con tantas situaciones increíbles pero reales, había olvidado este apriete de los capitales a las mayorias europeas pego una nota del "alca europeo" , el sapo de estos tiempos con el olor a azufre que ni siquiera ocultan http://www.eleconomista.cubaweb.cu/2015/nro484/especiales-inversiones.html
Francia interviene militarmente en la República Centroafricana.
Lo hace porque sus empresas (Bolloré, que tiene el monopolio de la logística y del transporte fluvial, Castel, bebidas y azúcar, CFAO, vehículos, Telecom, telefonía y Total, petróleo) necesitan una cabecera de playa militar para sus negocios.
Francia interviene en Malí.
No es la primera vez. De hecho, Francia destruyó toda potencialidad de Malí en el pasado, incluyendo las intelectuales, asesinando a miles de profesores.
Francia lucha en Malí contra los mismos yihadistas que entrenó para que ataquen a Libia y Siria.
Francia interviene del mismo modo en Costa de Marfil, siempre bajo el ropaje de "fuerzas de paz".
Y es que Francia necesita seguir teniendo influencia sobre zonas de las que se apoderó en el pasado.
Francia ha tenido fluida relación con gobiernos de la región, como el de Habyarimana, de Ruanda, al que siempre favoreció pese a que era un dictador con treinta años en el poder.
Y es que Francia ha sido pragmática en este sentido. Cuando le convino, Libia dejó de ser un "estado paria" y Gadafi dejó de ser un dictador, que según documentos secretos financió a Sarkozy; pero cuando también le convino, invadió a Libia con otras potencias, provocó una guerra civil y redujo, entonces sí, a estado paria al que era el país africano con mejor nivel de vida.
Allí están peleando, entrenados por Francia, los yihadistas que desguazan lo que quedó de esa nación.
Francia masacró a 400 argelinos en las mismísimas calles de París en 1961.
Nadie entonces dijo "yo soy argelino".
Tal vez porque no existía Facebook.
Pero esta masacre, llevada adelante por el jefe de la policía, que fue condenado por crímenes de lesa humanidad (no por estos, sino por los que cometió durante la Segunda Guerra, es decir, París tenía al frente de la policía a un nazi) palidecen frente a la represión llevada adelante contra los propios argelinos en su territorio.
Cientos de miles, aberrantes torturas y la técnica de las desapariciones.
Si les suena de algún lado, es porque los militares franceses luego adoctrinaron a los argentinos.
Francia envía tropas y entrena yihadistas que combaten en Siria en estos momentos.
200.000 muertos ya se llevó esa guerra civil atizada por Estados Unidos y Francia.
Yo no vi a nadie poner "yo soy sirio".
Tampoco vi a nadie poner "yo soy palestino".
Es más, lo podrían hacer ahora, porque siguen matando gente.
Es mas, lo podrían hacer ahora, porque 17 de los 2000 muertos de la masacre sionista, son periodistas.
O sea, que fue, además de un genocidio que se llevó las vidas de 500 chicos, un atentado a la libertad de prensa.
Si se relee con cuidado todo lo que motorizó Francia, los intereses que defiende, las oscuras alianzas que hizo, se verá que hay motivos para contextualizar, esa palabra que a los simples les suena a complicado, a manipulación.
Y es que contextualizar nos saca de la modorra de los slogans, de la certeza de la manada, y nos coloca en el vértigo del pensamiento crítico y propio que en algún momento se unirá a otras cabezas y se convertirá en militancia.
Contextualizar nos enfrenta a un escepticismo brutal que no debería caer en el nihilismo ni en la antipolítica.
Contextualizar nos humaniza y, si estamos dispuestos a seguir la brújula de nuestra coherencia hasta las últimas consecuencias, es decir, que el conocimiento se vuelva acto y viceversa, es posible que nos deje en el más lúcido de los desiertos.
Contextualizar nos compromete.
Hace algo así como un año, grupos golpistas en Venezuela salieron a la calle.
Miles de Facebook se horrorizaban por la "dictadura" de Maduro.
Todos ellos ignoraban que en Colombia la guerra civil más larga del continente se llevó cientos de miles de víctimas, y que el país registra la mayor cantidad de refugiados del planeta.
Jamás hablaron de Colombia.
Y jamás hubieran hablado de Venezuela, en los términos en que lo hicieron, hasta que los medios lo hicieron y Facebook y su poder mimético los avaló, los unió en su prédica, los hizo sentir militantes políticos por diez minutos.
Así de clara es la confrontacion entre el contexto y la labilidad ontológica, ese ser que se escurre de opinión en opinión según los cantos de sirena.
Si veo los negocios de Francia, sus atropellos, su perversión, el entrenamiento a yihadistas, su intención de exterminar poblaciones enteras y destruir estados, cargar las tintas sobre Mahoma es una provocación adolescente, que le saca el culo a la jeringa de lo que verdaderamente importa.
Y si me defino como un medio de izquierda, contestatario y antisistema, mi contextualización da como resultado un grupo de pequeños burgueses que provocan pero no molestan, salvo a los que estúpidamente han reducido un pensamiento religioso a fundamentalismo asesino.
Fundamentalismo asesino que, como vimos, tiene sus motivos, patrones y financistas.
Yo sigo contextualizando porque no quiero caer en el nihilismo de suponer que la gente es ignorante, pelotuda y se deja manipular por comodidad y para poder integrarse.
Yo soy Carlos.
Pero no soy Charlie.
Por mas caveats que pongas al principio, terminas minimizando las muertes. Es innecesario compararlas con otras, porque cada atrocidad es única y absoluta.
El valor "Libertad de expresión"(pensamiento u opinión) es prácticamente un valor absoluto. No dejaríamos que ese valor se sacrifique para salvar una, o un millón de vidas, sin embargo cientosz de miles de vidas a lo largo de siglos se han perdido para conseguirla.
Queres comparar? Los periodistas ejecutados en Mexico por hablar del narcotráfico. Cual es la diferencia? Lamentablemente el euroccentrismo. La Bastilla estaba en Paris, la comuna y su manifiesto estuvo en Paris, que vas a hacer.
Mariano, más que terminar por minimizar las muertes, es básico averiguar quién las produce y porqué. Jamás compararía a una muerte con otra sino a la REPERCUSIÓN que obtienen algunas en comparación con otras. Y esta distinta vara no es inocente, supongo que lo sabés. Pues ese criterio diferencial, interesado e hipócrita es lo que debería atacarse ya que destaca ciertas desgracias y disimula o directamente oculta a otras de igual gravedad e importancia. Y ello implica disimular u ocultar a sus responsables, sean etnias, paises, religiones, sistemas económicos ... o corporaciones multinacionales.
Estoy seguro que el niño muerto de tuberculosis en el Chaco no salió en el New York Times.
Que el Quom de Formosa muerto esta semana en forma dudosa no va a llegar a las tapas de Le Monde.
El mundo es así.
Tampoco nos cuentan de Natalio Porta.
Tampoco de Claudio Spallina y su esposa embarazada.
¿Alguien recuerda a Jorge Cantonatti y a Juan Carlos Carbonari?
¿César Seimandi?
¿María José Vaccaro?
¿Luis Monti?
En todo caso, Mariano, quienes ensalzaron hasta el infinito y sin contextualizar estas muertes, fueron quienes minimizaron las otras. Y debe haber un porqué.
Quizás sea el mismo porqué que a vos te permite poner los acontecimientos de la Bastilla y de la Comuna en una misma frase, sin preguntarte por qué pasó lo segundo si ya había pasado lo primero (y la revolución de 1793).
Y es cierto que eso pasó en Francia, en la misma Francia que es ejemplo del más sanguinario colonialismo, en la misma Francia exportadora de maestros en tortura, la misma Francia creadora del innovador concepto contrainsurgente de la desaparición forzada de personas. Algunas otras razones que también explican el eurocentrismo y ese mundo que vos te contentás con decir "es así".
No te acostumbraste? Lo que pasa en Francia, Inglaterra o EEUU tiene el doble de repercusión que lo que pasa en el resto de Europa, incluyendo a Alemania. Y lo que pasa en el testo de Europa tiene el triple de repercusion que lo que pasa en Am Latina, y dentro de America Latina lo que pasa en Mexico importa el doble de lo que pasa en Paraguay.
Por lo demas, si cada vez que hay una tragedia te vas poner a sacar a colación las anteriores para tomar lista de su centimetraje, me patece en el mejor de los cados un juego tonto, y sino es, mala fe.
Como sdi te embolara la consternación mundial por los periodistas muertos.
Estimado Rucio, somos del diario "El Porteño". Nos gustaría ponernos en contacto con vos ¿Podrías facilitarnos un mail? Desde ya muchas gracias. Mail: elporteniodiario@gmail.com Tw: @porteniodiario
Imagino que los católicos y judíos franceses son más violentos que los musulmanes...¿no viste la noticia de ellos matando gente en francia que salen en todos los diarios?...
Publicar un comentario