viernes, 24 de junio de 2011

Semana de la obviedad.

Esta semana, este invierno, comenzó con una obviedad. Cristina anuncia que irá por la reelección. Nadie en su sano juicio y mínimamente avispado en política podía creer que no lo iba a hacer. Hoy, mañana o pasado, pero lo iba a hacer. En el Luna, en el Teatro Argentino o en la Rosada, pero lo iba a hacer.

Pensar lo contrario era no tener ni la más pálida idea de quien es Cristina, de su compromiso, de su responsabilidad, de su valor, de su formación. Si alguien dudó de ello, es porque se intoxicó con las diatribas de Clarín, se embriagó con las especulaciones de la Nación o, simplemente, envenenó sus neuronas con los pseudo análisis médicos y psicológicos de Perfil. Es decir, si alguien creía que Cristina no iría por la reelección debiera suspender tales lecturas nocivas para la salud del alma, someterse urgentemente a una desintoxicación mental e internarse para evitar el síndrome de abstinencia de mierda.

Es comprensible que existan quienes albergaran el profundo deseo de que lo inevitable no ocurriese. Pero que confundieran su querer con la realidad, que creyeran que su sola voluntad era capaz de teñir la historia con el color de sus sueños, eso sugiere un rasgo psicopático (“¿A quien va usted a creer?, ¿a mi, o a sus propios ojos?” G.Marx ).


Y se aproxima peligrosamente al abismo del delirio la actitud de pretender responsabilizar a otra de los desatinos de la propia razón nublada por los vahos de los oráculos, en vez de recogerse en un pulcro silencio que al olvido permita ocultar el antiguo desvarío  (“Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente” G. Marx).

En este caso, no fueron las drogas, ni el alcohol, la causa de la errática sinapsis. Es el lastimoso ODIO el que obnubila, es  “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser” lo que repta en busca de la autocomplacencia del ego herido. Es el despecho por el rechazo lo que convierte un alma humana  que busca la popularidad en un duende verdoso, verrugoso y contrahecho imposibilitado de poner coto a las más horribles excrecencias de su lengua viperina, que parecen no tener otro destino  que esparcir tirria y profundizar enconos.

Me da un poco de pena el destino de Cristina, ha hecho méritos más que suficientes para ser premiada con adversarios más dignos, o por lo menos, menos miserables. 


"Partiendo de la nada alcance las más altas cimas de la miseria" 
Groucho Marx.

1 comentario:

argentinolibre@hotmail.com dijo...

Te imaginás, Rucio, la cloaca que va a ser la boca de este esperpento después de Octubre? Sólo que para entonces vamos a estar tan felices que las vamos a disfrutar mucho. Encima, ya no va a se útil para nadie y no la van a llamar ni para sacar las bolsas de basura en TN. La ansiedad la va a matar. Se va a comer hasta el cable de la heladera.