Una práctica
comunicacional de los imperios mediáticos que se ha acentuado drásticamente en
los últimos tiempos, es la de inducir la confusión entre los intereses propios
con el interés general, dando al relato de los asuntos que abordan una pátina de altruismo que opaca la
mezquindad que es el motor mismo de las disquisiciones periodísticas.
Esta captura de pantalla
de Clarin.com (sábado pasado) puede ayudar a entender la idea:
Tema a criticar: corsos porteños y feriado de carnaval;
problema “para todos” que acarrea (supuesto móvil filantrópico): caos y cortes de tránsito; fundamentación teórica (ninguneo: "Carnaval - Diviértansees una orden"): a cargo de un antropólogo adscripto a “Ñ”, cuyos
argumentos son deshechos con una año de antelación en este artículo de laAgencia Paco Urondo. Motivo real de la crítica: (explicitado impúdicamente en
“Feriados Matan Ficción”) la gente sale a la calle
convocada por un espectáculo que no administramos, en el horario central de la
telenovela, se les cae el rating a pedazos, ergo, nos cagan la facturación.
La mecánica es la misma en
la guerra propagandística desatada en contra de la Ley de Servicios
Audiovisuales: bajo la épica consigna de la defensa de la libertad de expresión,
se combate sin cuartel contra una típica ley anti monopólica, y se reitera
hasta el hartazgo.
La misma lógica podría
aplicarse sin hesitaciones a la tapa de hoy de Clarín:
Y a la sobredimensionada
repercusión que se le da a la intervención de Laura Ginsberg (*) en la reunión
de comisión de ayer en el Senado, transformándola en excluyente de la opinión
(favorables al tratado con Irán) de las restantes organizaciones de familiares
de víctimas de los atentados. Se “ningunea” incluso, la representatividad
republicana que la constitución otorga a los Senadores. Más allá del respeto
que se merecen sus opiniones ¿desde cuándo se supone que la política exterior
está en manos de algunas entidades representativas de colectividades, tal como
lo son DAIA y AMIA?
El supuesto bien común
defendido para que las entidades den marcha atrás en su inicial apoyo al “memorandum” no aparece demasiado claro.
Es natural y perfectamente atendible que al principio hayan aparecido actitudes
de aprensión o desconfianza, pero que de ahí se pase en pocos días a afirmar
que el tratado implica “el punto final” de la investigación”, sembrar las
condiciones para un tercer atentado, o ampararse en “la negación del
holocausto” por parte de aquellos con quien se comercia a diario, suenan a
exabruptos de campaña más que a expresiones relacionadas a la racionalidad que
exige desatar el nudo gordiano en el que se encuentra la causa desde hace años.
Pero la misma desconfianza
justificable en la comunidad judía, cabe perfectamente ser entendible por parte
del asediado Estado Iraní, quien no solo ha sido prejuzgado y condenado
mediáticamente, sino que sabe que cualquier argumento (falso o verdadero, poco importa) puede ser utilizado
por Israel o los EEUU para justificar su ansia de destruir a la Revolución
Islámica y, de paso, tomar el control de unos cuantos pozos petroleros más.
Si revisamos la letra del
“Memorándum de entendimiento” (que nos acerca esta página de los diputados radicales,
aunque ayer pareciera que sus Senadores no se detuvieron a leerlo), no solo
desecharemos las falacias tales como la de la renuncia a la soberanía, o del
desconocimiento de lo actuado por la justicia argentina, o de la probabilidad de una futura nulidad,
sino que comprenderemos que el peor riesgo que podría correr la causa es seguir
en el mismo estado que se encuentra ahora. ¿Entonces por qué tanta desmesurada oposición
a un intento de destrabarla?
Y acá cabría arriesgar un par de hipótesis:
1) De la virulenta reacción del Estado Israelí frente al tratado (que entiendo tuvo por objeto disciplinar a
las entidades judeoargentinas), así como la reiterada injerencia norteamericana
en la causa (baste este botón) podría cualquier mal pensado inferir que la orientación actual de la
investigación ha sido dispuesta de modo funcional a los intereses
intervencionistas de ambas potencias, más que inspirados en la búsqueda de la
verdad real. Un entendimiento con Irán, y cualquier hipótesis en que sus funcionarios
acusados encontraran el ámbito propicio para demostrar su ajenidad con los atentados (o desliguen al estado de la investigación) rompería al menos
un eslabón de la cadena de satanización con la que viene siendo sometida la
República Islámica desde el derrocamiento del Dictador Mohammad Reza Pahlevi.
2) Tras la apariencia
principista suelen ocultarse, como decíamos al principio, todo tipo de egoístas intenciones…
eventualmente no solo la desesperación de quienes no han resuelto como afrontar
las próximas elecciones legislativas (desde Macri, defensor a ultranza del encubridor
Fino Palacios, hasta Gil Lavedra, Bullrich y
Carrio, funcionarios del período delarruista que vio pasar su tiempo sin
dar un solo paso en la investigación) y ven en cualquier operación de desgaste
la tabla que los puede salvar del seguro naufragio que les auguran las
encuestas de cualquier color, también los intereses mediáticos corporativas en
jaque y… quizás, si el mal pensado del punto anterior tuviera algo de razón,
también los que encuentran en la línea de investigación iraní, la cobertura de
su impunidad.
Con suerte y trabajo, el tiempo
pondrá los nombres en el lugar correspondiente, aunque sospecho que algunos serán
acogidos por más de un casillero.
(*) Cuya interpretacion no
resulta para nada sorprendente, ni justifica el revuelo producto de su supuesta
novedad. Baste leer su posición de 2007, a contramano de la unánime reconocimiento de las entidades judías a lo
realizado por el kirchnerismo respecto a la investigación de los atentados
contra la embajada y la mutual.
La mayor preocupación de Laura Ginsberg pareceira pasar
por que el Estado Argentino (a mi entender víctima también de los atentados,
aún a pesar de la probable connivencia y encubrimiento por parte de
funcionarios del ejecutivo, policiales y judiciales) se reconozca como
responsable principal de los atentados. De hecho, más allá de la causa penal,
acciono civilmente en soledad contra el Estado Argentino, y ya desde 2011 se
encuentra firme la sentencia por una cuantiosa indemnización por el encubrimiento
de los autores de la muerte de su marido.
3 comentarios:
Anoche lo escuchaba a Caputo como hacía gala de un refinado caudal de sofismo hasta que el asco pudo mas y cambié de canal.
Como sesgó la acción y el discurso del actual canciller no me lo esperaba de un tipo al que consideraba ético.
Me recordó el affaire sir de Antony Blunt.
Yo también vi a Caputo y quedé sorprendido, sin saber qué pensar. La reacción, de todos modos, fue la misma: cambiar de canal.
Es como siempre,estan en contra pero no se les cae una puta idea novedosa.
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