Anda circulando por estos días en la red, un relato de Gabriel García Marquez. Se dice que lo contó por los setenta, en alguna conferencia en algún ignoto paraje. Probablemente lo haya contado muchas veces, antes variadas audiencias. Pero nunca lo trasladó al papel, por lo que las distintas versiones que se conocen, los distintos intentos de reconstruir su belleza, aunque normalmente fieles al espíritu troncal, suelen diferir en ciertos detalles. "Algo muy grave va a suceder en este pueblo", se intitula.
Algunas de esas versiones pueden ser leídas acá o acá... pero yo voy a publicar otra, que se dice contó hace unos días, cuando anduvo por estos pagos de incógnito. A la sombra de una morera añosa, toalla húmeda en el cogote y con los piés refrescándose en una palangana de latón llena de fresca agua de pozo, accedió al pedido de los contertulios y, tras clavarse de un trago una traspirada jarra de birra helada, deleitó a su breve audiencia del siguiente modo:
"Imagínese usted un país donde hay una señora diputada
que tiene dos seguidores, uno se llama Toty y la otra Marcela. Está
sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los seguidores traen
periodistas de TN y, frente a las cámaras, le preguntan qué le pasa y ella les
responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que
algo muy grave va a sucederle a este país.
Ellos se ríen de la dirigente. Dicen que esos son
presentimientos de vieja pitonisa, cosas que pasan. Él se va a jugar al billar,
y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador
le dice:
-Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la
hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla.
Contesta:
-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una
cosa que me dijo mi jefa esta mañana, sobre algo grave que va a suceder a este
país.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso
regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier
pariente. Feliz con su peso, dice:
-Le gané este peso a Toty, en la forma más sencilla,
porque es un tonto.
-¿Y por qué es un tonto?
-Hombre, porque no pudo hacer una carambola
sencillísima, estorbado con la idea de que su jefa amaneció hoy con la idea de
que algo muy grave va a suceder en este país.
Entonces le dice su madre:
-No te burles de los presentimientos de la diputada,
tira tantos pronósticos apocalípticos que alguna vez la va a embocar.
La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice
al carnicero:
-Véndame un kilo de carne -y en el momento que se la
están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo
grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra
señora a comprar un kilo de carne, le dice:
-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo
que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro kilos.
Se lleva los cuatro kilos; y para no hacer largo el
cuento, diré que el carnicero en media hora aumenta el 50% el precio, y agota la
carne igual, mata otra vaca, se vende toda con 75% de sobreprecio y se va
esparciendo el rumor de la hiperinflación y el desabastecimiento. Los
incrementos se trasladan al pan, la verdura y los servicios de manicura del ex Rubro
59. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que
pase algo. Los camioneros hacen paro reclamando un “bono por posible desastre”,
se paralizan las actividades, choca un tren y se acuartela la policía, y de
pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:
-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían
instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si
tocaban al sol se les caían a pedazos.)
-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho
tanto calor. Bajame el aire acondicionado hasta los 20º ¿querés?
-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.
-Sí, pero no tanto calor como ahora. Mejor lo ponemos
en 18º, total nos ponemos un pullovercito para estar acá adentro. La actitud se
generaliza, hay un pico de consumo, el sistema colapsa y se corta la luz.
Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto
un pajarito y se corre la voz:
-Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.
-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.
-Sí, pero nunca a esta hora. ¡Compremos dólares!
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del
pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete
en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo
viéndolo. Antes de cruzar los límites del pueblo, rompe una vidriera y saca una
heladera exhibidora con todas las bebidas frescas que contenía. Hasta el
momento en que dicen:
-Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se
llevan las cosas, propias y ajenas, los animales, todo. Los 3 troskistas del
pueblo incendian el árbol de navidad de la plaza.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, los mira y
dice:
-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de
nuestra casa -y entonces la incendia, y otros incendian también sus casas, y
las de sus vecinos que aún no se habían plegado al éxodo.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un
éxodo de guerra, y en medio de ellos va la diputada que tuvo el presagio,
clamando:
-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron
que estaba loca."
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