Bajo el título “La oposición buscará emitir dictamen para derogar la ley antiterrorista”, el lunes pasado Infobae nos regala un inconmensurable cúmulo de
incongruencias emitidas por las eminencias grises del campo anti-K.
Todo viene a cuenta porque
que la Presidenta de la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de
Diputados, Patricia Bullrich, impulsa la derogación de esa Ley, de la que mucho
se ha hablado, pero que es poco más que un agravante genérico (duplicación del
mínimo y del máximo de pena) para cualquier delito previsto en el Código Penal cuando
se cometa con el dolo específico de “de
aterrorizar a la población u obligar a las autoridades públicas nacionales o
gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un
acto o abstenerse de hacerlo” (el único agregado al catálogo de delitos
existentes, es el que incrimina distintas formas de lavado de dinero, con fines
de financiamiento de actividades o agrupamientos terroristas). Se le ha
atribuido infundadamente a la norma la intencionalidad política de penalizar la
protesta social, lo cierto es que nunca
se ha aplicado en tal sentido, básicamente porque es una norma dependiente de
interpretación judicial (no administrativa o policial), pero sobre todo porque
la misma ley establece (entiendo que de manera sobre abundante, pero para
despejar cualquier duda) que “las
agravantes previstas en este artículo no se aplicarán cuando el o los hechos de
que se traten tuvieren lugar en ocasión del ejercicio de derechos humanos y/o
sociales o de cualquier otro derecho constitucional.”
Contra todos los
arbitrarios pronósticos, la primer amenaza de aplicación de la ley
Antiterrorista que hace el gobierno, fue dirigida a castigar la quiebra fraudulenta instada por la Imprenta Donnelley, parcialmente propiedad de Fondos Buitres que litigan contra Argentina, bajo la
sospecha que de ese procedimiento estaba enderezado a producir malestar social
y desestabilización político-económica, con el fin de crear zozobra y
desconfianza en los mercados artificialmente. La maniobra pretendería inducir a
pensar que la quiebra fue una consecuencia del supuesto default impulsado por
Griesa, al negarse el país a cumplir una sentencia, amén de contraria al
derecho internacional público, de cumplimiento imposible. De ser esta
intencionalidad demostrada judicialmente, las penas previstas a los
responsables de perpetrar el delito penal de “quiebra fraudulenta” se
duplicarían por tener la finalidad de “aterrorizar
a la población” y de “obligar a las
autoridades públicas nacionales… a
realizar un acto” (pagar lo impagable).
Sin embargo, queda claro
en el artículo que esa intención que se le endilga al kirchnerismo, está
latente en la mente de algún presidenciable opositor, dando razón al temor
expresado en su momento (2011) por Hebe de Bonafini: “También hablamos (con Cristina) de la preocupación que teníamos sobre la Ley Antiterrorista, porque yo
le dije, ustedes no van a aplicar pero puede ser que vengan otros y la apliquen”.
Y no fue otro que el
aspirante a la Primera Magistratura Sergio Massa quien primero se anotó para
integrar la lista de “otros” a la que aludió Hebe: “El líder del Frente Renovador, Sergio Massa, consideró que el Gobierno
utiliza la ley ‘de forma muy negativa’ y sentenció: ‘Cuando uno utiliza un martillo para clavar un clavo lo está utilizando
para lo que corresponde, cuando utiliza el martillo para partir una cabeza lo
está utilizando para lo que no corresponde’" se puede leer textualmente
en la nota que da pie a este post. En otros términos, y contextualizando, si la
ley hubiese sido desvirtuada para perseguir la protesta social o laboral como
si fuera un acto terrorista, para Massa hubiese sido correcto; pero como
amenazó ser aplicada a empresarios de los que se sospecha actúan “in fraudem
legis” para extorsionar al gobierno, intentando obligarlo a cumplir la inquina
sentencia de Griesa a favor de los fondos buitres, es una incorrecta aplicación que merece motorizar
su derogación.
Esta película ya la
vimos. En el año 1974 el Congreso Nacional sancionó la L. 20.840, en sus arts.
6º a 9º, se prevén delitos denominados “de subversión económica”. Durante la
Dictadura se hizo uso y abuso de tales disposiciones, argumentando el propósito
de destruir el financiamiento de actividades de “organizaciones subversivas”.
Durante la crisis de
2001, los banqueros, sin tapujos ni pudor, perpetraron prolija y repetidamente
todas y cada una de las conductas previstas como típicas de actos de subversión
económica por esa ley. Incluso, en medio del desmadre, hubo jueces que iniciaron
investigaciones, procesaron e incluso encarcelaron a algunos de estos
delincuentes de guante blanco. Todo terminó como debía terminar en un país
donde la ley más que ciega es tuerta y jugaba siempre como instrumento de persecución del
débil y protección del poderoso. El entuerto fue zanjado en la sesión
parlamentaria del día 20 de junio de 2002, derogándose las normas “conflictivas”
y garantizando la impunidad de quienes vaciaron los bancos, estafaron a
millones de ahorristas y hundieran las economías y las expectativas de todos los argentinos.
Según la nota que nos
ocupa, encabezados por la impetuosa diputada Bullrich, secundada por Massa y
Macri; Mario Negri (UCR), Margarita Stolbizer, Victoria Donda (FAUNEN); Luis
Petri, Oscar Aguad, Manuel Garrido, María Gabriela Burgos, María Soledad
Carrizo (UCR); Pablo Javkin (CC ARI); Ivana Bianchi (Compromiso Federal);
Nicolás del Caño (Frente de Izquierda); Eduardo Cáceres (Unión Pro); Oscar
Martínez, Gilberto Alegre (Frente Renovador), están dispuestos a repetir la
escena, para solaz de aquellos piratas del mercado y sus secuaces lenguaraces que
pretenden siga vigente lo que payaba “El Moreno”:
La ley es tela de araña
en mi inorancia lo esplico:
no la tema el hombre rico;
nunca la tema el que mande;
pues la ruempe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
Es la ley como la lluvia:
nunca puede ser pareja;
el que la aguanta se queja,
pero el asunto es sencillo:
la ley es como el cuchillo,
no ofende a quien lo maneja.
NOTA: Las noticias indican que “el gobierno dio marcha atrás con la aplicación de la Ley Antiterrorista a Donnelley”, fundándose en una intervención de Alejandro Vanolli (CNV). Independientemente
de los términos de la denuncia que efectúe el PEN, la aplicación o no de la LA y el encuadre de los hechos en algún tipo penal, corresponde al juez
interviniente. La aplicación de la LA en el caso dependerá entonces de si se
demuestra o no el “dolo específico” que exige la misma en la comisión de
cualquier delito, y no de la voluntad del gobierno.
5 comentarios:
Creo que lo mejor que puede hacer el gobierno es derogar esa ley espinosa sin demasiada alharaca por cierto
Ya hubo una que reculó en clancletas y los de la imprenta no le parecieron tan malos. Ruccio, ya sabemos que es medio burro, o burro entero, pero trate de pensar antes de escribir.
Ok, Valente. Mientras tanto Ud. trate de leer hasta el fianl, e interpretar, antes de comentar (la letra chiquita también cuenta).
Esa letra chiquita (la realidad) es la que cuenta. La realidad termina pasando por arriba de lo que dice la señora. Lo malo es ponerlo, y pensarlo, en letra chiquita (como usted la llama).
La denuncia de terrorismo económico contra una empresa EEUU tiene un significado político y es un mensaje diplomático y punto.
Al mediopelo garca le causa escozor que el gobierno argentino no le sobe las pelotas al imperio y al mediopelo progre/trosko (que como los fantasmas uno no cree en ellos pero que los hay los hay)les jode que sea Cristina la que hace lo que ellos no harán ni en 1000 años porque nunca van a ser gobierno de nada gracias a Dios a la Virgen y a la Santísima Trinidad.
Conclusión: El Kirchnerismo a seguir peleando y el resto salvo el garquerío empeñado en retomar el control de la Nación, a seguir boludeando.
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