Al calor del Mayo Francés, de la Liberación Argelina, de la Revolución Cubana y su impronta guevarista, de los MLN que sacudieron el neocolonialismo, de la opción preferencial por los pobres de los curas tercermundistas, del “luche y vuelve” de la resistencia peronista y del Cordobazo, se forjó aquella “Juventud Maravillosa”.
Por supuesto que, como en todo tiempo y lugar, un movimiento mayoritario y generalizado no tiene por que aspirar a alcanzar la adhesión unánime. Siempre habrá rezagados, sujetos que se niegan a ser protagonistas de las transformaciones y, aunque manifiesten preferir ampararse en el neutralismo, terminan tomando parte, efectivamente, de la restauración conservadora.
Ilustra esta reflexión la participación de algunos jóvenes en una conocida Mesa de una militante de la dictadura, en la primavera de 1978: Susana (34), Claudio (33), Ginette (18) y Laureano (veintipico), sujetos que, de no ser por el exterminio sistemático de sus coetáneos que luchaban por ideales, difícilmente encontrarían justificación para tal protagonismo.
Protagonismo para nada inocente, por el contrario, perfectamente funcional a al rol de postergados que la Dictadura reservaba a la juventud: “son la esperanza del mañana”.
Una reserva inocua, dentro del marco general de “cada cual en lo suyo es la manera de cuidar lo de todos”. No podía ser de otro modo, el gobierno (la administración de lo “de todos”) está reservado para una élite consolidada por el fraude, las armas castrenses o la proscripción, según la etapa de la historia argentina que elijamos.
Es así que por entonces, mientras 22 jóvenes eran torturados y fusilados, cualquier otra joven vecina podía justificar su adhesión a los represores con su necesidad de acceder a una Obra Social (Carrió dixit), preservando su futuro sin que nadie se escandalice demasiado.
El Negrito Avellaneda, los secundarios platenses víctimas de la “Noche de los Lápices”, son los más conocidos ejemplos de la importancia del compromiso juvenil. Un compromiso que suele ponerse en duda si puede integrarse a la formación de la “voluntad general” consagrando su derecho al voto, pero que otrora se lo juzgó con relevancia suficiente como para quebrarlo con la tortura o acallarlo con la muerte.
El adoctrinamiento dictatorial no pudo evitar ser cuestionado fuertemente con una nueva ola juvenil desatada tras la derrota de Malvinas. Ola que floreció durante la breve primavera alfonsinista y llenó las plazas en defensa de la democracia amenazada por los carapintadas, pero que empezó a marchitarse ni bien se mintió, desde los balcones de la Rosada, que la casa estaba en orden, facilitando la llegada del invierno neoliberal.
Conjurada la transitoria efervescencia, hasta Mariano Grondona fue capaz de ensayar una tímida e hipócrita autocrítica respecto a su desempeño frente a la juventud setentista. Dijo en Tiempo Nuevo. por los noventa, algo así como que si les hubiésemos dado participación en la TV, quizás hubríamos evitado tener que masacrarlos. Delineaba el sueño totalitario de la corporación mediática: frente a las cámaras (no en la arena política) se exhiben y se resuelven las contradicciones de la sociedad.
Hoy el kirchnerismo ha logrado reavivar la llama amenazante del compromiso militante juvenil. Pero también pretende elevarlo de los estancos compartimentos de la militancia barrial, sindical, social o estudiantil y traducirlo en participación efectiva en la administración del Estado. Ya no sólo la movilización reclamante o los set televisivos, para espanto del conservadurismo, también lugares de decisión. Insatisfecho y fiel a su convicción de ampliar ciudadanía, pretende incorporar a la decisión democrática expresada en el voto a los mayores de 16 años que quieran considerarse partícipes de la construcción de su futuro.
Un arco opositor perplejo se debate en la contradicción, algunos (como los radicales y socialistas) miden convicciones históricas y conveniencias circunstanciales, otros se encolumnan decididamente tras la osadía. Los menos, responden reflejos al llamado al orden maduro y reflexivo que esgrimen los voceros de los Dueños del Poder.
El paradigma de esta última categoría es Patricia Bullrich, de las filas del repubicanismo cerril. "Es incorrecto y oportunista el proyecto oficialista de intentar permitir que se vote desde los 16 años. No es casualidad que la educación obligatoria esté fijada hasta finalizar el secundario y este fue un gran avance en la Argentina. Un adolescente, como la propia génesis de la palabra indica, adolece de ciertas responsabilidades o de la madurez necesaria, está estudiando, formándose, es decir en pleno desarrollo de sus capacidades. Inclusive penalmente no está considerado maduro, por algo hay un régimen diferencial penal. La adolescencia es esencialmente un momento de cambios madurativos, es decir un período de transición, hacia la autonomía”, indicó Bullrich y agregó, “En las personas hay una edad madurativa para la toma de decisiones importantes, esta es la razón para que se haya fijado la mayoría de edad a partir de los 18. Esta iniciativa es irresponsable, y está basada simplemente en la especulación política." Inclusive, resaltó Bullrich que no votó favorablemente la mayoría de edad a los 18 porque considera que aun los padres tienen el deber de alimentar y educar a sus hijos hasta los 21 años” argumenta desde la página oficial de su partido. Pero en su afán tampoco renuncia, en otros ámbitos, al uso atroz de las comparaciones ridículas., como en aquel video de la dictadura, arguye: “se estaría metiendo a los jóvenes en un conflicto de adultos”, interesante concepto: el voto no es un derecho de ejercicio opcional como se propone, sería una invitación a la intromisión en asuntos ajenos. En el colmo del tremendismo, sigue: “Lo mismo sucedió cuando mandamos a chicos de 18 años a la guerra y vimos como los generales se rendían, o hacían política desde el balcón de la Plaza de Mayo”. Sin comentarios…
Es innegable que “la adolescencia es esencialmente un momento de cambios madurativos”, es de ello prueba incontrastable la permanente y paulatina corrida hacia la derecha de la autora de tal idea, quien parece decidida a prolongar su adolescencia política hasta los albores de la vejez.
Mentiría si dijera que me sorprende que Patricia Bullrich reniegue hasta este punto de la militancia y el compromiso juvenil que abrazó a los 16 años. Hace rato que el llamado de la sangre de los Bullrich-Pueyrredon-Luro le ganó a la cofundadora del Peronismo Montonero Auténtico, alias Carolina Serrano, y a la mala fama que, entre “gente como uno”, significaba otrora ser la cuñada de Rodolfo Galimberti (otro redimido por la conversión).
No me sorprende decía, ya negó su pasado revolucionario, como ninguneó su paso por el menemismo y por el delarruismo, como olvidó a Lopez Murphy y abandonó a la inefable Carrió, como seguramente, más temprano que tarde, denostará su presente. El alcohol produce devastadores efectos sobre la población neuronal con que nos dota la naturaleza.
6 comentarios:
Si no recuerdo mal la metamorfosis es el paso de una forma a otra en el mismo animal. En cierta medida supone un cambio con continuidad. Por ejemplo, el gusano que se convierte en mariposa. Lo contrario de la generación es la corrupción o descomposición, en ese caso no hay continuidad sino ruptura el ser deja de serlo. El caso de esta persona se parece más a una corrupción que a una metamorfosis, es alguien que ha elegido dejar de ser, pasar a no ser, que la causa de la transformación pueda incluir el paso intermedio del abuso del alcohol no la exime, muchos y muchas lograron ser mejores o crear mejores obras bajo su influjo, con costos claro, pero la vida es siempre elección. Esta decidió no ser siguiendo objetivos mucho más crematísticos.
Ni siquiera puede decirse que es una mariposa que se convirtió en gusano, es muy probable que nunca haya tenido alas solo ambiciones y cuando no las pudo satisfacer en dónde estaba cambió de lugar. Y lo hará mil veces, hasta que realmente deje de ser totalmente. Es un caso claro de psicopatía política. Abrazo
Que felices estaban la Su y Mirtha.
Pero que buena época aquella. Semejantes próceres de nuestro espectáculo y es indudablemente este gobierno el que las hace infelices con su embestida choripanera.
Y la concheta estirada esa que solía ver cuando visitaba un cliente, eufórica también en tiempos del menemato.
Ginette Reynal, digo.
Excelente!!!!
Qué asco volver a escuchar "lo que conocen" estos funcionales (por tratarlos suavemente)a la dictadura.
Creo que la Pato B. en algún rinconcito de su consciencia debe pensar en sus compañeros masacrados. Aunque ahora se unte con manteca.
es una hija de puta que se vendió junto su marido, Guillermo Yanco, a la derecha transnacional (La Bullrich y su marido)
Rucio, en el libro "Galimberti", el biógrafo, que debe ser algún servilleta devenido periodista, escribe –avalado por Galimberti– que en épocas de auge de las org político-militares era muy común que se invitara a algún un militante a las fiestas de jóvenes de familia "bien", estaba de moda, para ellos era como, seguramente, invitar hoy a un "pibe chorro" o similiar. Yo creo que la Bullrich arrancó por ahí y en algún punto dijo "bueno, terminemos con los pecados de juventud y volvamos a los negocios de la familia".
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