Como
todos y todas, anoche me dí una panzada de buen boxeo. Honestamente, yo soy de
esos que se ponen contentos cuando otro argentino consigue cosas importantes.
No como otros. Y me emociona verlos ahí, sobre todo cuando arrancaron desde
(como el mismo cuenta) una clase baja bonaerense a la que la época de su
juventud negaba oportunidades.
Hay
que decirlo, el neoliberalismo expulsó a Sergio Martinez de la escuela y lo
obligó a parar la olla ayudando a su padre, y después lo mandó al exilio en
busca horizontes que se le retaceaban acá.
No
por nada se dice peronista y Cristinista. Más de un paralelo se puede trazar
entre su historia personal y la del país.
Anoche
nomás, mientras lo veía construir un triunfo round a round lo pensaba: no sólo
estaba derrotando a un favorito, le estaba dando la biaba a un aristocrático hijo
del ring, a uno al que todo lo tuvo desde la cuna merced al esfuerzo ajeno, un
niño mimado acostumbrado a golpear “paquetes” para ganar experiencia, que ganó
un título mundial en un escritorio. Julio Cesar Chávez Jr. entró al estadio de Las
Vegas invicto, subrayándose al ser presentado su principal atributo: ser “el
HIJO de la Leyenda”. En cambio Martínez era el desertor escolar, hijo del
techista, que venía por la gloria. Merecía ser visto sin PPV, “Deportes para Todos”
es también un símbolo acorde a la proeza.
No
ganó así como así Maravilla, no le cayó del cielo y sin esfuerzo. Decía que
construyó piña por piña un triunfo inesperado por casi todos (me excluyo del
pronóstico), y así se sigue la analogía con nuestro país, paciente y constante
en la obtención del un logro, consciente de que quien tiene enfrente lo obliga
a mostrar mucho más de lo necesario para que le reconozcan el triunfo. Examinaba
y punteaba las tarjetas el Tribunal de
Nevada, tan exigente y de tan dudosa reputación como cualquier calificadora de
Riesgo País.
Bastaron
dos o tres rounds para que el niño bien de los cuadriláteros decidiera dejar en
el banquito la arrogancia de mostrar la bonita carita adelantada y descubierta,
era inútil, no sucedía como con los otros rivales, solo lograría que Maravilla
le remodelara el rostro y esculpiera un parecido no boxístico a su papá. No se
lo intimidaba al Maravilla con 4 tapas de revistas de boxeo, ni se lo asusta con chapas
oxidadas.
Por
supuesto que nadie deja lo que cree le pertenece así como así, nadie quiere ser
recordado como el Rey Moro Boadbil, llorando como mujer lo que no supo defender
como hombre. Y el hijo de la Leyenda, probablemente ante el espanto de la
pérdida, reaccionó antes de la campana final y derrumbó a Maravilla,
transformándolo en carne de conteo. El trabajo de once rounds pareció por un
instante dilapidado. Pero no fue así, se paró, guapeó y dejó que pasen los
segundos que lo separaban del cinturón. Todos debiéramos tener en cuenta la
moraleja. Nosotros que segundo a segundo, piña por piña, golpeando y
recibiendo, construimos un modelo de país. Y los cacerolos eufóricos, herederos
de largas prosapias de injusticias, también. Creyeron dar el punch definitorio
en el 2008, y lo vuelven a creer ahora, sin conformarse con el fallo unánime de
las urnas.
No
hay otras lecturas posibles: ganó Maravilla Martínez. Clarín se abstuvo de
titular en tapa “Perdió Chavez - ¿ganaría Capriles?”. Incluso La Nación no
publicó la noticia en la sección de policiales: “Otro caso de inseguridad:
Negro peronista arrebató una corona - Para hacerlo golpeó bestialmente a su
víctima. Se trataría de un protegido de los K”.
La Oposición ya estaría planteando la necesidad del desagravio al hijo del multicampeón mexicano.
La Oposición ya estaría planteando la necesidad del desagravio al hijo del multicampeón mexicano.
6 comentarios:
Me gustó mucho! Saludos!
Un abrazo a todos los que llegaron al round 12 arrodillados en la cama y tirando tortazos al aire. Yo ví por primera vez box por tv digital y fue impresionante.
Su blog es muy bueno! me gustaria ver sus publicaciones en mi pagina.
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Saludos.
Básicamente por él empecé a ver boxeo, pero no ahora, esta pelea, antes. No porque fue de Tinelli y se "mediatizó", ya lo conocía. Ese periplo hizo que Matías Alé, J.Cirio y otras modelos, asistan a la pelea. Si no hubiera sido baile por el sueño, directamente siquiera lo conocerían. No sabía de su afinidad a CFK, leí por algún comentario que le didicó el triunfo; no me consta igual. Quizá el último round le dio una carga más épica y emotiva, sino era ganar los doce rounds seguidos y nada más. Encima, al menos yo, lo vi por Tyc, y W.Nelsón estaba cantando (emocionadisimo) que iba ganar seguro, y yo pensaba "uu, este no se cosa que lo queme", temía que pasara la "gran Rocky", que lo palizean en toda la pelea, y después saca un gancho y gana el otro, casi que pasa. Por suerte no fue así, y lo que le robaron en los escritorios volvió a su dueño.
Saludos Rucio.
Pd. Me gustaría que pasés por mi espacio. Si te pinta, ni dudarlo.
Muy buena la lectura política de la pelea. Dejé de ver box hace muchos años pero esta vez no pude menos que engancharme, no era una pelea más, tal como se explica claramente en el post. La sufrí y la disfruté como pocas. Y, sí, a la opo le dolió en el alma. Saludos.
A la salud de Maravilla y al criollazo par de huevos del Chino Maidana!
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