Como toda persona,
cargo con una mochila de prejuicios. Algunos de ellos, absolutamente
irracionales, otros generados por experiencias pasadas que impulsaron (mediante
una inconsciente inducción) conclusiones de una pretenciosa generalidad
totalizadora. Es cierto que los años han atemperado esa soberbia, abriendo paso
a ciertas dudas, aunque más no sean estrictamente particularizadas.
Difícilmente (en una
conversación seria) se pueda oír que de mi boca salgan los vocablos “todos los”
(cualidad que sea) seguidos inmediatamente por la sentencia categórica “son”
(lo que sea). Sin embargo, ciertos prejuicios persisten y, a esacla irracional, extienden su sombra
sobre todos los que revisten determinadas condiciones.
Esa es la razón por la
que frases como “Señora Presidenta, sepa de mi compromiso y el de todo el Ejército con
las políticas de transformación emprendidas por usted, que apuntan a la construcción de una Nación en paz, autónoma y democrática,
definitivamente vinculada con América Latina, socialmente integrada y con igualdad
de oportunidades para todos sus ciudadanos, que tiene como horizonte el
desarrollo, el crecimiento del país y la felicidad de nuestro pueblo. El
Ejército Argentino, aspira a ser parte del esfuerzo de esa construcción, en el
marco de un profundo respeto a la Constitución Nacional y con la convicción y
el compromiso de jamás empuñar las armas que la Nación nos ha confiado para un
fin que no sea defender a nuestro pueblo”, pronunciadas el 3 de julio pasado por CESAR
MILANI (en ocasión de asumir como Jefe del Estado Mayor General del Ejército),
no alcanzaron a conmoverme lo suficiente como para erradicar desconfianzas bien
ancladas en los hechos pasados. Por supuesto que eso (o mas o menos parecido)
es lo que uno debe esperar y aspirar como definición del rol de las FFAA de un
país, es cierto que representa una propuesta de integración de los uniformados
a la sociedad argentina, es cierto que enciende una esperanza de dar el portazo
definitivo para cerrar la etapa inaugurada por la desquiciada mente mitrista.
Pero los prejuicios (bien construídos) estaban ahí, no enfocados en Milani,
sino en cualquier militar.
Por eso me abstuve de
opinar al respecto de su promoción.
No deja de ser
vergonzante admitir que se me pasaron por alto datos significativos, como por
ejemplo que el padre de Cesar Milani (homónimo) fue un destacado y reconocido
dirigente y concejal peronista de la ciudad de Cosquín, por lo que una Unidad
Básica ostenta orgullosamente su nombre, y que su hermano (Rody) se alejó
definitivamente del protocordobesismo de Schiaretti en 2008, alineándose con la
escasa minoría mediterránea que cerró filas con el gobierno nacional frente a
la ambiciosa desmesura de los agrogarcas. No suele ser una cuestión menor el
pedigrí de las personas.
Que la decisión haya
sido adoptada por Cristina, por este gobierno respaldado por una coherencia
irrefutable en materia de Derechos Humanos, y que sea avalada por la
trayectoria del Militar como hombre de confianza de Nilda Garré, invitaban a la
confianza, pero la contramarcha del CELS (encabalgada sobre los prejuicios
propios) reinstaló la duda.
Y hablamos aquí de
dudas plantadas por una prestigiosa institución, no de la parafernalia
mediática-judicial instada por los payasos de siempre y reproducida hasta el
hartazgo por el monopolio enemigo. Los dimes y diretes de Lanata, la compulsiva
denuncia de Carrió-Solanas, las patéticas diatribas de los radicales Morales y
Sanz y su miserable corte, más las paranoicas especulaciones de una izquierda
especializada en surfear hecatombes ficcionadas, más que merecer consideración
seria, empujan sistemáticamente la razonabilidad en la dirección opuesta a sus posiciones, ocupan aquel rol orientador
asignado por Arturo Jauretche a La Nación, nos recuerdan los reparos de Germán
Abdala sobre las felicitaciones de la Sociedad Rural. Nadie podría hacerme
creer que tras sus pretensas argucias referidas a los DDHH y la honestidad, no
se esconde el debate político que (como en tantos otros temas) no se animan a
plantear: el rol de las FFAA. Ellos anhelan el regreso a las épocas en que los
militares funcionaban como el resguardo del orden establecido contra las
“arremetidas” del populismo o de las izquierdas nacionales, si (a diferencia de
mi escepticismo) dieron por convencidas y sinceras las palabras de Milani que
cité, es lógico que les resonaran como un eco chavista y apuntaran su
artillería a demoler a su referente.
No han construido una
base de credibilidad que sustente su impugnación. Los firmantes suelen
reiterarse en las listas donde se enumera a aquellos que adscribieron a los
axiomas leuco-lanatianos de que los Kirchner hacía 15 minutos que se habían
empezado a preocupar por los DDHH, sí, esos que estaban hartos del debate sobre
la dictadura. Son los mismos que encuadran la cuestión de la apropiación de
Papel Prensa en “la pelea del gobierno contra Clarín” y eluden expedirse ante
el cúmulo de pruebas que acreditan la complicidad empresaria con los golpistas
del 76.
Pero también es un
prejuicio (esta vez cómodo) fedatar la infalibilidad del CELS y de Horacio
Verbitsky, a diferencia del parloteo opositor, un prejuicio que merece ser
reflexionado y analizado fríamente antes de ser desterrado, al menos respecto a
esta cuestión.
Separada la paja del
trigo (dudo si limpio), el escueto escrito de impugnación presentado por el
CELS (22/7/13) vincula a Milani con dos
casos de delitos de lesa humanidad:
I - la desaparición
del soldado conscripto Ledo, “en aquel expediente, el oficial instructor
fue el entonces Subteniente Milani”. Se refiere al sumario labrado a
efectos de “cubrir” la ausencia del soldado, bajo la apariencia de una
deserción.
Los integrantes del
CELS saben perfectamente que un sumariante es una persona ajena al caso en que
interviene, que su función es recabar información sobre el mismo, información
que es brindada por los involucrados o testigos. Nada más. Y que los militares
son burócratas por excelencia, por lo que gustan de guardar las formalidades,
aún cuando tales tengan por función encubrir un delito. El hecho que “aparezca
la firma de Milani” en el expediente, más que un elemento que promueva la duda
respecto a su participación, es casi una garantía de su ajenidad. Más allá de
todo lo que se dijo, lo cierto es que a Milani jamás se le atribuyó (ni por
parte de la justicia, ni por parte de los familiares denunciantes)
responsabilidad alguna sobre el hecho que se investiga desde 1984, ni siquiera
se lo ha imputado ni ha sido citado en relación a esa causa.
Otro argumento que utiliza
el CELS en este caso es que “Milani debiera saber que estaba encubriendo una
desaparición”. Realmente el sustento de la afirmación es más que endeble. En
primer lugar porque en su sustento se dice que en el Nunca Más aparecido en 1984 se sostiene “En los ámbitos militares respectivos se
instruyeron sumarios por «deserción» cubriendo con ello una formalidad que no
constituía sino una excusa frágil tendiente al ocultamiento de los hechos” y
que en el libro de investigación al respecto, escrito en 1998, “El Escuadrón Perdido. La verdad sobre los 129 soldados
secuestrados y desaparecidos durante el gobierno militar”, sostienen dos padres
de soldados desaparecidos que es “una
tremenda falacia, una gran mentira decir que fueron ‘desertores’ aquellos que
fueran asesinados”, ya que “la ‘deserción’ fue inventada por quienes aplicaron
el más salvaje y siniestro terrorismo de Estado”. Es decir, un
procedimiento común, existente en cualquier ejército regular del mundo, como el
“sumario por deserción” (en Argentina desde 1928), fue utilizado
sistemáticamente para encubrir el asesinato de conscriptos durante la dictadura
militar. No tengo dudas de que así haya sido, pero colegir de ello que en 1976 (cuando desaparece Ledo, a meses
de iniciada la Dictadura, sin que se verifiquen los restantes casos que
permiten a las dos investigaciones ulteriores arribar a la conclusión) eso pudo
haber sido conocido o imaginado por un subteniente del arma de ingenieros
recién salido del Colegio Militar, al punto de ser incorporado como elemento de
prueba, me parece, al menos, aventurado, cuando no temerario.
Milani, en ocasión de
responder el interrogatorio que le envía el CELS, arrima un dato que sirve para
poner en contexto el asunto y negar la absoluta correspondencia a la que parece
pretende inducir la acusación: según el Ministerio de Defensa, entre 1975 y
1983, se labraron en el Ejército (sólo en ese arma) 2442 sumarios por deserción
de soldados conscriptos, sólo 27 corresponden al encubrimiento de desaparecidos.
II - La acusación formulada por Ramón Alfredo Olivera
ante la Comisión de Derechos Humanos de la provincia de La Rioja, en 1984: “Milani participó en un
“allanamiento” que derivó en la detención de su padre, quien fue torturado en
el Batallón de Ingenieros 141 de la mencionada provincia. Por otra parte,
señala que Milani estuvo presente y lo “hostilizó” durante un interrogatorio
judicial en el que el testigo intentaba infructuosamente denunciar que había
sido torturado en su lugar de detención ilegal”.
El mismo
informe del CELS admite que la documentación existente contradice la primera
acusación de participación en un “allanamiento”. Milani también la niega, así
como niega haber participado alguna vez en interrogatorios judiciales. La
denuncia que formula Oviedo, respecto a haber sido “hostilizado” (no a haber
sido torturado), refiere textualmente a que, supuestamente Milani le dijo
(frente a un Juez, supongo también a por lo menos otro funcionario que
transcribía las declaraciones -como es habitual- pero que nunca son mencionados
ni citados a declarar): “a vos te
cortamos justo la carrera de guerrillero”. Más allá de la veracidad o no de
la afirmación ¿en serio vamos a atribuir a eso la gravedad de considerarlo un
atentado a los DDHH de Oviedo? Nótese que también que la duda sobre el
encuadramiento de los dichos debe haber embargado a los redactores de la
oposición del pliego de Milani: mencionan en hecho del supuesto hostigamiento,
pero no se atreven a transcribir en que consistió el mismo. Tal vez esté
equivocado, pero de todos modos aquí se denota una sensibilidad casi
incompatible con haber acompañado en una aventura presidencial a Elisa Carrió,
quien fuera funcionaria judicial de la Dictadura y quien, en razón de su
función (relacionadas a la Fiscalía), habrá tenido conocimiento y habrá labrado
cientos de expedientes que encubrían muertes y desapariciones ocurridas en Chaco
entre 1976 y 1983, tal como lo hizo el quisquilloso Verbitski.
Después (no
antes) de formular la impugnación, el CELS envía un largo y meduloso
interrogatorio a Milani (como podrán ver, parte de las preguntas resultan
totalmente ajenas a las acusaciones formuladas, y otras pueden ser respondidas
simplemente recurriendo a cualquier código o manual funcional de las FFAA).
Milani lo contesta punto por punto. Sin entrar en detalles respecto a las
respuestas, Verbitsky en una rueda de
prensa lanza (consciente del efecto periodístico de la chicana) que “no se
puede admitir la versión Heidi que Milani tiene sobre la dictadura”. El análisis
y el debate sobre la respuesta de Millani nacieron muertos, fulminados por la
categórica sentencia puesta en escena, y adoptaron la apariencia de una nueva
impugnación que, en realidad, nada agrega respecto a Milani más de lo que se
podría decir de cualquiera que vistiera uniforme del ejército por aquella
época, fundados en hechos y sentencias ya conocidas que no se refieren (ni
involucran) a la actuación del cuestionado, todo bajo el también genérico planteamiento
de “debió haber sabido que”.
La flaccidez
de la acusación inicial (un despropósito ante los antecedentes del reconocido
mundialmente organismo defensor de los DDHH y de las acostumbradamente medulosas y documentadas investigaciones de su presidente), y la bajada de
telón posterior que reduce al acusado a la indefensión mediática, me hacen
dudar seriamente de la honestidad intelectual de la imputación impugnativa. ¿Se pretende realmente impedir el asenso de alguien que
se cree un violador serial de DDHH? ¿O se pretende acaso impedir el acceso a la
jefatura del ejército de un hombre que adscribe a una visión de la política, la
sociedad y el rol de las FFAA coincidente a la que sostiene el Gobierno
Nacional?
Los antecedentes del caso parecen indicar lo último:
ninguno de los anteriores ascensos de Milani durante la democracia fueron
observados ni cuestionados, a pesar que los argumentos que ahora se blanden son
precedentes. Las apelaciones a la “Presunción de Inocencia” (referida incluso a
una persona que ni siquiera ha sido imputada en un proceso penal) cayeron de
repente la más absoluta depreciación, incluso en el criterio de algunos que
suelen (y gustan) ser tildados de “garantistas” y defensores de la legalidad, y
de otros que deben a la gracia de ese principio fundamental el hecho de
disfrutar su actual condición de Funcionario, Diputado o Senador (De La Sota,
Schiaretti, Aguad, Macri, De Angelis), o por los que siguen pontificando desde
la prensa a la luz de ese beneficio (Como Pagni, quien en el límite de la
disociación esquizoide afirma: “Ahora el
kirchnerismo demuestra que no sólo está dispuesto a condenar sin pruebas al que
disiente” para expresar con tremendista impudicia para quien escriba en un
diario con la historia de La Nación: “Milani
abre una incógnita inquietante. ¿Y si de las próximas elecciones surgiera un
gobierno que, según su criterio, no es nacional y popular?”).
Por supuesto que lo aquí escrito puede ser impugnado
desde la perspectiva de que el debate es político, y que en ese terreno no valen
las argucias leguleyas sobre la apreciación de las pruebas. Ojalá así sea,
porque se revelaría la auténtica esencia
del debate, y quedarían obligados los contradictores, justamente aquellos que
con argumentos leguleyos pretenden escudarse del debate que no se atreven a dar
(a la vez de que se amparan en el mismo tipo de argumentos para evitar expedirse
sobre las complicidades civiles con la Dictadura), a manifestar sus verdaderas
intenciones, sus aspiraciones respecto al rol de las FFAA, y quizás confiesen,
incluso, quien es su candidato a cubrir el cargo que le quieren negar a Milani.
Como esto es una
apelación a la racionalidad, acompaño estos links que dirigen a la impugnación
formulada por el CELS y la respuesta a Milani. Todo lo demás es hojarasca.
8 comentarios:
Impecable.
En un punto creo que cualquier detractor del gobierno puede llegar a las conclusiones por el camino que prolijamente transitaste.
Solo hace falta, empeño, rigurosidad y voluntad genuina de correrse de sus particulares intereses. Bueno, casi nada.
Sin embargo priva en ellos el afán de condena justo allí, donde este gobierno puso lo mejor de su alma: la mejor obra realizada en pos del esclarecimiento de los hechos de lesa humanidad.
Con el debido, puntilloso proceso.
Ese que pretenden saltear.
Y no tanto en su frenesí por colgar a un Milani al mejor estilo medieval de una horca en la plaza mayor. Sino por su arrogancia de pretender escarmentar a quien hizo lo que ninguno de ellos se hubiese animado ni por las tapas.
Decía que muchos de ellos, que alguna vez consagraron el lugar otorgado en esta década de la que hoy aborrecen a las garantías del derecho, se han puesto sin embargo en un lugar primitivo, con el dedo acusador siempre levantado, con sus verdaderos deseos siempre sesgados, cabalgando en la mezquindad de sus intereses, sean estos monetarios o sean simplemente dictados desde las tripas por una revancha llevada por quien sabe que torcido designio.
De manera que ante estos acontecimientos debemos, para llegar a un escrito de la más alta lucidez como este, sortear un cúmulo de palabreríos difamatorios y acusaciones espasmódicas, allí donde se cruzan todos los que perdieron el destino y nos echan por ello la culpa.
Me acuerdo que estando en séptimo grado yo era el elegido para el 20 de junio por ser el "mejor alumno" y portar el estandarte nacional en la fiesta del monumento a la bandera.
Sin embargo no fue así, ofició de portador el que tenía plata para comprarse los guantes blancos.
El universo no colapsó ante tamaña afrenta.
Disipando las distancias, ¿tenía que ser milani?¿no hay otro ante la resistencia social de su nombre?
Si es así vamos mal, el almácigo del ejército no produce nada bueno.
¿Que tanto cuesta conseguir un jefe?¿La paz social?¿Que paz social?
Se entregó la soberanía para potenciar el posibilismo político por una banca el el G20 para tener la posibilidad de en un futuro acceder a la macabra gestión directriz del fmi.
Encima que nos culean se lo pedimos por favor.
¿Aplaudo, me pego un tiro o arrancamos la mierda que nos inunda?
Rucio: suscribo cada palabra de su post. Al igual que muchos, yo tampoco se si Milani torturó, desapareció o mató detenidos, lo que sí se es que los mismos que se han pasado los últimos años cuestionando la política de DDHH del kirchnerismo por ser una hipocresía o una simple búsqueda de rédito electoral o pidiendo "reconciliación" cuestionan a Milani, algo que no hicieron, por ejemplo, con el jefe del ejército de Alfonsín, Ríos Ereñú, que acaba de ser condenado a perpetua por delitos de lesa humanidad.
No quiero ser simplista, pero sin duda, hay algo de Milani que les molesta muchííííííííííííííííííííííííííííííímo.
Tampoco se que es lo que les molesta. (¿Su posición ideológica, quizás?)
De las preguntas del CELS a mi me surge que no tienen muchos elementos para enjuiciar a Milani como criminal. Mas bién me atrevo a decir, sin ser abogado, que no tienen nada que sirva para ser llevado a sede judicial.
Otra cosa es, por supuesto, lo que puedan tener en sede mediática.
Sería mas que interesante saber que dirían hoy algunos de sus impugnadores si Milani dijera que estamos en un "final de ciklo".
O que piensan de la Presunción de Inocencia sobre los que ellos acusan.
Maravillosa decisión de la presidenta, profundamente patriota, profundamente nacional y popular, y... profundamente peronista.
Esta decisión es también, entre otras cuestiones, una posible espada contra el establishment, una amenaza, un filo desnudo al alcance de la mano para cortar desde el hombro cualquier manotazo.
Un post sano, humilde con respecto a las propias opiniones pero no menos sincero y claro. Me gustó mucho.
Resumiendo, la cuestión no es legal sino filosófico/ política: "la mujer del César no sólo debe ser honesta sino parecerlo" vs. "a mí no me marca la cancha nadie, ni mis enemigos ni mis amigos". El último argumento, en un momento en que (todos deberían reconocerlo, lo cortés no quita lo etc.)se ha venido logrando evitar el síndrome del pato rengo de último mandato sin reelección a golpe de acciones y purebas de vitalidad, le pesa más al Gobierno.
en el reportaje que le hiciera Vervistky a Scilingo, del cual salió ese valioso libro/documento que es el vuelo, el ex marino cuenta como la marina organizaba la rotación de personal para que todos tuviesen participación en la represión, una forma de garantizar el silencio. No me sorprende, entonces, lo de Milani. Todavía falta tiempo para que pueda llegar a jefe alguien ingresado en las FFAA ya en tiempos de democracia
fernandobbca
Publicar un comentario