… algo tendrá que ver,
seguro.
Fiel a su estilo
alarmista, Clarín pone a disposición esta nueva “investigación”, quizás con el
afán de ayudar a los “lagente” a ponerse más cancheros y aceptar rebajas de
sueldo, tal como lo sugiriera Felipe Solá.
De todos modos, no es
cuestión de enloquecerse. Las innovaciones tecnológicas has producido una y
otra vez modificaciones sensibles en el mercado laboral, que exigieron
adaptaciones de las prestaciones más que pérdidas masivas de puestos de trabajo.
Tampoco es novedad que tales elucubraciones tengan su origen en Inglaterra,
tierras donde vio la luz la Revolución Industrial de la mano del incipiente
capitalismo y del impulso colonialista. Por aquel entonces, los talleres
laborados principalmente por manos artesanales y fuerza esclava, dejaron paso al
trabajador industrial y a la máquina a vapor. Y el principal esclavista y
traficante del mundo, en pos de la necesidad de imponer el nuevo modo de
producción, se transformó en el adalid indiscutido de la lucha por su
eliminación... ¿todo para qué? Para que 200 años después las formas modernas de
esclavitud y la industria mecanizada se confundan en un abrazo difícil de
disolver.
Según la polémica nota,
varias profesiones correrían riesgo de extinción por la avasallante automatización (ferroviarios,
transporte, producción, instalación y mantenimiento, agricultura, venta al
público, como por ejemplo, cajero de supermercado o funciones rutinarias como
el cobro de peajes) me permito ponerlo en dudas. Ya en los años 70, con la
masificación del uso del grabador-reproductor portátil Ranser a cassette (ese
que venía con estuche de cuero y práctica bandolera del mismo material), nadie
daba dos mangos por la viabilidad del trosco del megáfono… sin embargo, ahí lo
tienen, impertérrito ante el paso del tiempo y la modernidad. El del mimeógrafo,
simplemente hubo de reconvertirse en operador de fotocopiadora. Y ni hablar del
querido artesano autónomo del carrito de choripanes, cuyo horizonte lució tormentoso
con el avance de tanto Mc Donals y Pumper Nics. El periodismo independiente
nadie puede negar que marcha irremediablemente a su desaparición como
profesión, pero lejos de diezmar la fuente de trabajo, bastó que quienes lo
ejercían se reconviertan a operadores, lobistas o propagandistas de grandes
corporaciones económicas para que conserven su empleo. Incluso está bien visto
desempeñarse con cierto sesgo golpista, cualidad antes considerada infamante.
Pero así como la transición
impone modificaciones hábitos laborales y afecta la oferta de puestos de
trabajo tradicionales, estos últimos tiempos dejan clara constancia que la
creatividad argentina propone la aparición de nuevas y prometedoras
oportunidades.
Solo a modo de
ejemplo, cabe señalar el sacrificado pero redituable oficio de “ex novia de
Martin Redrado”. No con esto quiero insinuar que es trabajo que pueda ofrecer
demasiadas vacantes, pero habida cuenta de su rentabilidad, nunca hay que
desmerecer su capacidad de reproducción y su potencialidad movilizadora de un
mercado interno hambriento de moneda extranjera.
Otro nueva propuesta
(en realidad es vieja, pero últimamente ha florecido espectacularmente) es la
de “crítico de políticas de DDHH”. A su favor tiene que los empleadores parecen
no importarle demasiado los antecedentes de los postulantes, si han sido
representantes coherentes de la idea a comunicar, o si son meros advenedizos
con curriculum contradictorio, basta con tener un somero conocimiento del discurso
Troccoliano de la teoría de los dos demonios y reinterpretarlo libremente según
las necesidades actuales. Otra ventaja de esta opción es que, en vista de la
reciente gira de uno de sus cultores por las radios gusanas de Miami, parece
una opción abierta también en el mercado internacional.
2 comentarios:
Muy bueno Rucio, irónico y desmistificador. Hace cuarenta años expertos sociólogos y otros académicos por el estilo predecían que la jornada laboral debería reducirse a la mitad (4 horas o menos) y que deberían ampliarse las vacaciones debido a la introducción de la robotización.
La realidad es que hay en europa una pérdida masiva de empleo, pero no es por la automatización sino por los ajustes interminables que aumentan de forma escandalosa la ganancia del capital financiero.
El artículo dice lo mismo que aquél de hace más de cuarenta años y es tan falso como él. Clarín es un diario para estúpidos desinformados y descerebrados. Por eso año tras año se reduce su tirada. La influencia del grupo no se basa en ese pasquín inmundo sino en su calidad de grupo concentrado y diversificado, con múltiples patas, no tapas.
No podemos negar que por la automatización se pierden puestos de trabajo. Para reemplazar esos puestos se requiere capacitación en áreas específicas. Para esto está el Ministerio de Educación u organismo equivalente. Si no hace esto, ¿qué hace?
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