martes, 16 de diciembre de 2014

Esta vez no es culpa de la Shegua, pero...

… algo tendrá que ver, seguro.

Fiel a su estilo alarmista, Clarín pone a disposición esta nueva “investigación”, quizás con el afán de ayudar a los “lagente” a ponerse más cancheros y aceptar rebajas de sueldo, tal como lo sugiriera Felipe Solá.



De todos modos, no es cuestión de enloquecerse. Las innovaciones tecnológicas has producido una y otra vez modificaciones sensibles en el mercado laboral, que exigieron adaptaciones de las prestaciones más que pérdidas masivas de puestos de trabajo. Tampoco es novedad que tales elucubraciones tengan su origen en Inglaterra, tierras donde vio la luz la Revolución Industrial de la mano del incipiente capitalismo y del impulso colonialista. Por aquel entonces, los talleres laborados principalmente por manos artesanales y fuerza esclava, dejaron paso al trabajador industrial y a la máquina a vapor. Y el principal esclavista y traficante del mundo, en pos de la necesidad de imponer el nuevo modo de producción, se transformó en el adalid indiscutido de la lucha por su eliminación... ¿todo para qué? Para que 200 años después las formas modernas de esclavitud y la industria mecanizada se confundan en un abrazo difícil de disolver.

Según la polémica nota, varias profesiones correrían riesgo de extinción  por la avasallante automatización (ferroviarios, transporte, producción, instalación y mantenimiento, agricultura, venta al público, como por ejemplo, cajero de supermercado o funciones rutinarias como el cobro de peajes) me permito ponerlo en dudas. Ya en los años 70, con la masificación del uso del grabador-reproductor portátil Ranser a cassette (ese que venía con estuche de cuero y práctica bandolera del mismo material), nadie daba dos mangos por la viabilidad del trosco del megáfono… sin embargo, ahí lo tienen, impertérrito ante el paso del tiempo y la modernidad. El del mimeógrafo, simplemente hubo de reconvertirse en operador de fotocopiadora. Y ni hablar del querido artesano autónomo del carrito de choripanes, cuyo horizonte lució tormentoso con el avance de tanto Mc Donals y Pumper Nics. El periodismo independiente nadie puede negar que marcha irremediablemente a su desaparición como profesión, pero lejos de diezmar la fuente de trabajo, bastó que quienes lo ejercían se reconviertan a operadores, lobistas o propagandistas de grandes corporaciones económicas para que conserven su empleo. Incluso está bien visto desempeñarse con cierto sesgo golpista, cualidad antes considerada infamante.

Pero así como la transición impone modificaciones hábitos laborales y afecta la oferta de puestos de trabajo tradicionales, estos últimos tiempos dejan clara constancia que la creatividad argentina propone la aparición de nuevas y prometedoras oportunidades.

Solo a modo de ejemplo, cabe señalar el sacrificado pero redituable oficio de “ex novia de Martin Redrado”. No con esto quiero insinuar que es trabajo que pueda ofrecer demasiadas vacantes, pero habida cuenta de su rentabilidad, nunca hay que desmerecer su capacidad de reproducción y su potencialidad movilizadora de un mercado interno hambriento de moneda extranjera.




Otro nueva propuesta (en realidad es vieja, pero últimamente ha florecido espectacularmente) es la de “crítico de políticas de DDHH”. A su favor tiene que los empleadores parecen no importarle demasiado los antecedentes de los postulantes, si han sido representantes coherentes de la idea a comunicar, o si son meros advenedizos con curriculum contradictorio, basta con tener un somero conocimiento del discurso Troccoliano de la teoría de los dos demonios y reinterpretarlo libremente según las necesidades actuales. Otra ventaja de esta opción es que, en vista de la reciente gira de uno de sus cultores por las radios gusanas de Miami, parece una opción abierta también en el mercado internacional.





2 comentarios:

profquesada dijo...

Muy bueno Rucio, irónico y desmistificador. Hace cuarenta años expertos sociólogos y otros académicos por el estilo predecían que la jornada laboral debería reducirse a la mitad (4 horas o menos) y que deberían ampliarse las vacaciones debido a la introducción de la robotización.

La realidad es que hay en europa una pérdida masiva de empleo, pero no es por la automatización sino por los ajustes interminables que aumentan de forma escandalosa la ganancia del capital financiero.

El artículo dice lo mismo que aquél de hace más de cuarenta años y es tan falso como él. Clarín es un diario para estúpidos desinformados y descerebrados. Por eso año tras año se reduce su tirada. La influencia del grupo no se basa en ese pasquín inmundo sino en su calidad de grupo concentrado y diversificado, con múltiples patas, no tapas.

Anónimo dijo...

No podemos negar que por la automatización se pierden puestos de trabajo. Para reemplazar esos puestos se requiere capacitación en áreas específicas. Para esto está el Ministerio de Educación u organismo equivalente. Si no hace esto, ¿qué hace?