Al Garete...

El 5 de diciembre de 1872, el Capitán del “Dei Gratia”, David Reed Morehouse se encontró en medio del Atlántico (cerca de la Isla Madeira) con una fantasmagórica aparición. Sus marineros avistaron el Goleta-bergantín “Mary Celeste”, a la deriva, sin un alma a bordo. 

Lo más extraño fue que, al abordar la nao, encontraron todo en perfecto orden, sin la más mínima señal de violencia o de un apresurado abandono de sus 10 tripulantes (7 marineros, el capitán Benjamín S. Briggs, su esposa y su hijita de 2 años). Esta circunstancia dio lugar a disparatas especulaciones, muchas de ellas emparentadas con lo sobrenatural.

La investigación ulterior que se llevó a cabo a instancias de la aseguradora, arrojó conclusiones bastante racionales: el buque transportaba toneles de alcohol de uso industrial, una avería en los mismos produjo la emanación de gases intoxicantes y pestilentes. Los tripulantes intentaron escapar a sus efectos bajando el bote salvavidas, manteniéndose a prudente distancia unidos del buque (y de una probable explosión) mediante un cabo, pero sin tener la precaución de arriar velas. Hipotéticamente, el cabo que unía ambas embarcaciones, se desató o se rompió, abandonando el salvavidas a su suerte en medio de la mar, mientras que el viento alejaba el Mary Celeste.

En esas circunstancias fue encontrado por Morehouse, quien lo remolcó a puerto con la esperanza de cobrar una recompensa por el hallazgo. 

El relato es perfectamente asimilable al estado actual de las masas opositoras en la Argentina, representadas por el “Mary Celeste” a la deriva. Es fácil imaginarse la escena de una tripulación que lo conducía, compuesta por Alfonsín, De Narváez, Binner, Macri, Donda, De La Sota, Carrió, Altamira, Bullrich, Duhalde, Solanas, Moyano, etc., apretujada en un estrecho bote salvavidas unido al buque al garete por una frágil cuerda discursiva de odio visceral al kirchnerismo. 

Desde Mauricio Macri implorando a Papá Noel traer menos agua, pasando por el excandidato presidencia del radicalismo, pontificando desde Pinamar  “hoy hay inflación por torpeza, no es como en la década del 80”; hasta De Narváez pretendiendo dar una respuesta gráfica ocurrente al Diego que en una de sus célebres sentencias afirmó que a Cristina la critican quienes no saben hacer un guiso, 

todos parecen empecinados en la singular tarea de cortar la distancia al buque compitiendo en cuál logra superar en tilinguería al neutralista Ricardo Darín.

Pino Solanas, aún a costa de arriar banderas para sentarse con la personificación de JP Morgan en la Argentina (Pratt Gay) es el único hasta el presente en trazar algunos palotes en el sentido de la construcción política anunciando, que en su carrera a la senaduría “no le dice no a nada”. Es decir, para continuar con la alegoría náutica, Pino entiende que es preferible para la nave, ser remolcada a cualquier puerto que permanecer a la deriva. 

Lo preocupante es que, oteando por encima de la marabunta, el único Morehouse que se perfila en el horizonte, es la piratesca corporación mediática capitaneada por el “Magnetto Errante”: no remolcará el díscolo Mary Celeste empujado por ningún espíritu altruista, lo hará con la esperanza de recibir la recompensa de recuperar sus antiguos privilegios devastados. 

La tripulación abandónica, como en la historia, puede perder toda esperanza de ser rescatada: su condena está escrita, vagar ad eternum por la inmensidad del océano, cargando la culpa de su propia incapacidad.