Aquel
aciago 2008 se coronó, en medio del debate sobre la estatización de las AFJP,
con uno de los más formidables disparates evacuado alguna vez desde la boca de
Elisa Carrió: la discusión equivalía a decidir “cuál era el mejor tren de Varsovia”,
y los que estábamos a favor de terminar con la era de la estafa previsional
éramos “las víctimas cómplices”. Parangonados con aquellos judíos integrantes
de las orquestas que despedían los trenes que conducían a sus hermanos al
exterminio en los campos de concentración. Una desmesura… pero funcional.
Tras
de ello, las conclusiones eran contundentes: el kirchnerismo era el nazismo, la
estatización del sistema de jubilaciones equivalía al genocidio. No recuerdo si
lo concretó, pero amenazó con una denuncia penal y tildó a Cristina de Traidora
a la Patria y a Néstor, directamente, de loco dictador que perdió la
racionalidad del poder. Sentenció apocalíptica: “El matrimonio está ejecutando una política precisa, acordada, coordinada para la destrucción de la Nación Argentina”.
Subrayo
esto: por entonces, los partidarios del gobierno éramos, genéricamente, rotulados como “víctimas cómplices”.
Casi una invitación a volver al redil de republicanismo salvador.
Las
recientes apariciones de Marcos Aguinis en “The Nation” representan un
verdadero salto cualitativo en esa caracterización (que ahora luce hasta
piadosa). Me refiero al díptico conformado por “Un insulto a la democracia” (20
de julio) y el mucho más comentado y reciente “El veneno de la épica kircherista” (21 de
agosto),
ambos dirigidos a transitar la tan trajinada senda de la asimilación (forzada y
forzosa) con el nazismo.
Allí
aparece la enumeración taxativa de los clichés deslegitimantes desde la
perspectiva ideológica: el totalitarismo ejemplificado en la tergiversación del
“Vamos por Todo” (Se pregunta y responde Aguinis: “¿Qué significaría, entonces? Significaría algo que hace temblar los
dedos sobre el teclado de la computadora. Significaría caer en el agujero negro
del totalitarismo. No menos que eso. En otras palabras, abandonar la
democracia, porque en ésta nadie puede aspirar a tener y controlar
"todo"), la omnipresencia de la Cadena Nacional, la invención de
un relato, la alusión al infierno de Dante para crear el clima asfixiante y
aterrador y las indispensables comparaciones de ocasión con la Gestapo y la
Dictadura Militar, todo en el primer opúsculo. En el segundo, el
cuestionamiento a la legitimidad de origen e incluso de gestión (atribuyendo los
logros reconocibles a Lavagna), el “culto a la personalidad” a la norcoreana, la
corrupción “septicémica”, y por
supuesto, hasta el desenfado de la ya tan comentada (pero no por eso menos
indignante y repudiable) asimilación de
las organizaciones juveniles y sociales K a las juventudes hittlerianas.
Compañeros,
atención, dejamos de ser “víctimas cómplices” para ser etiquetados ahora, en el
salto cuanti-cualitativo ensayado por Aguinis, como “fuerzas paramilitares” al estilo hittleriano, pero peores. Porque
los camaradas de Joseph Ratzinger luchaban por ideales, de mierda, pero ideales
al fin, “Los actuales paramilitares
kirchneristas, y La Cámpora, y El Evita, y Tupac Amaru, y otras fórmulas
igualmente confusas, en cambio, han estructurado una corporación que milita
para ganar un sueldo o sentirse poderosos o meter la mano en los bienes de la
nación”. La nueva “cosificación” no ha de ser gratuita, nos han tranformado en cómplices de una infamia.
Estas
revulsivas diatribas degradarían intelectualmente a sus autores a la categoría
de charlatanes improvisados, salvo que tengamos en cuenta su intencionalidad propagandística
manifiesta en la estigmatización. Al parecer, para su intento de restauración
conservadora, una porción de la oposición ha renunciado en forma indeclinable a
la vía democrática. En sus trasnochadas elucubraciones se ven liderando el
capítulo argentino de las “Revoluciones de Colores” que amenazaron con norteamericanizar
la balcanizada ex URSS al calor de las
instrucciones de Gene Sharp. Por eso dije que, además de “forzada”, la
asimilación con el nazismo es “forzosa”, parece ser que la CIA y las restantes
agencias de insurgencia yanquis, ahora tienen pruritos para financiar el derrocamiento
de gobiernos que no cuenten con mala prensa y una adecuada reputación de “autoritarios”
o “dictatoriales”.
En
este contexto, la invocación de la “locura” (tan del gusto de Fontevecchia), lejos de ser un insulto vano, adquiere la dimensión de mote deslegitimador,
es una perfecta y vulgarmente comprensible causal de juicio político,
procedimiento desdeñado por su incapacidad de erigir liderazgos de reemplazo,
pero tenido en cuenta por la primer espada de la secta elitista “Tradición Familia
y Propiedad”, Cosme Veccar Varela.
Hay
que reconocerle a Carrió su rol apostólico y precursor. El mismo día
de las elecciones de 2007 que ungieron a Cristina, por la mañana temprano, ya
denunció fraude. A la semana inventó la caracterización de “legitimidad
segmentada” para el nuevo gobierno aún no asumido, la comparación con el matrimonio
Ceausescu y aquello de “la gente en la
calle dice por qué no los voltean. La gente en la calle dice los quiero matar”
tuvieron la misma intencionalidad.
Ahora
las voces y acciones se multiplican y amplifican, y la voluntad destituyente adquiere
un carácter más orgánico y sistemático, y por ende, y sin perjuicio de la reincidencia
del fracaso de sus expresiones de ¿masas? (caceroleo, abrazos a tribunales,
rezos cívicos, cortes de rutas), más
peligroso para la Democracia. Ojo, la de en serio, la del pueblo votando
sin proscripciones, la de las transformaciones sociales y económicas, la de la
inclusión y del Estado interpelando al poder real, no la de los manuales de la CIA, la NED, la USAID y la Albert Einstein Institution.
8 comentarios:
La sarta de barbaridades que proliferan cotidianamente tienen la mera intencionalidad de incitar a la no-participación, al "no te metás" en la política porque es caca.
Creo que ya llegaron a limites surrealistas che!
Abrazo!
uuuu todo un tema..., por un lado están estos profetas del odio del supuesto y pretendido "pensamiento distinto" eufemísticamente llamados opositores... y por otro... ( sean estafados o estafadores ) los que aplaudieron a Jaime/TBA, Monsanto, Gates y cia. gritando como moneda falsa y estúpidamente fusiles y pelotas para la liberación...
Además, si te fijás, Kirchner es un apellido medio alemán. Kirchen es Iglesia, por lo tanto, ya de entradita nomás el kirchnerismo pide una sumisión onda feligrés ante la fe revelada. Si a eso le sumamos que la Cristina es Wilhelm, que dicen que es de origen judío, bueno, se trata, el kirchnerismo, de un intento del sionismo internacional por gobernar la Argentina.
Qué se yo, mejor me voy a poner un gorrito de papel metalizado porque los extraterrestres seguro me están leyendo el pensamiento...
Nunca escuché una moneda falsa gritar... de las otras tampoco. Decile a tu jefe que te cambie el texto Ñu, estás haciendo papelones.
VA DIRECTO AL mpb
ABRAZO
Hola Rucio,
Excelente. Se me ocurría pensar que lo que llamamos "desmesura" en otros barrios se podría llamar "terrorismo", porque, sin forzar las cosas, lo de esta gente se le acerca bastante, al menos en cuanto al efecto buscado.
Abrazo
¿Elisa Carrió deja la política por amor?
Ñu Ñu Ñu atrasa, derrapa
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