“La Trama Celeste” de
Adolfo Bioy Casares es un interesante cuento con fuertes pinceladas de ucronía. Una
compleja maniobra en un vuelo de pruebas, coloca al capitán Irineo Morris en
una Buenos Aires paralela, descendiente de una Cartago victoriosa en las
guerras púnicas, que tiñó el futuro de occidente con sus usos. Sin que el aviador sea consciente, la reiteración de la pirueta lo devuelve a su dimensión originaria.
La sagacidad del homeópata
Carlos Alberto Servián descubre el sentido del doble “pase” y tienta al aviador
a volver a los brazos de la maternal Idibal repitiendo la maniobra, que hace
desaparecer definitivamente a ambos, un 20 de diciembre. Hasta aquí la ficción.
Casualmente, el 20 de diciembre de 2001
se desencadenó una serie de acontecimientos que trastocaron dramáticamente el
porvenir que el FMI y el Banco Mundial habían delineado para la Argentina. Los
hilos conductores de esa novela fueron el endeudamiento externo, la
antipolítica y un Estado controlador y disciplinador, ausente de la economía
pero policialmente omnipresente en la sociedad civil.
El juego de posibilidades
que deja abierto “La Trama Celeste” permite conjeturar, con bastante
verosimilitud, que así como una avión y sus dos tripulantes pueden colarse por
intersticios astrales para pasar de una a otra dimensión, quizás también una Metrópolis entera pueda hacerlo, emplazando
el “Punto Junbar” ese 20 de diciembre (o el 27 de abril de 2003, o el 25 de
mayo del mismo año, cuando Néstor Kirchner aceptaría en su discurso de asunción
a las “sugerencias” de José Claudio Escribano) y logrando convivir, congelada
en otra época, con un país que dio vuelta la página.
De la Rúa pareciera querer
darnos algún indicio sobre el proceso místico capaz de producir tan
extraordinario acontecimiento que desafía a la razón corriente. No hace mucho
afirmaba convencido desde las pantallas de televisión que había designado a
Domingo Cavallo como Ministro de Economía porque así lo pedían “los diarios”,
los que leía cual augur romano interpretaba las tripas de un buey o el vuelo de
los pájaros.
Cuando se lanzó el
conjuro “no somos perros para que nos
corran con el diario”, pareció decretarse la agonía del tiempo oscuro en
que las Moiras de las rotativas hilaban y cortaban a su antojo los hilos de nuestro
destino. En todas partes… salvo donde atiende Dios, lugar donde una secta de
brujos se jacta de haber rescatado el “diseño clásico de sus pruebas” que
estampara Morris en el papel que obsequiara a Servián.
Allí, hasta hoy día, basta que alguna de las Parcas (que por
simbólico designio olímpico comparte un único ojo con sus hermanas) corte una
hebra en la noche de un domingo, para que los sátrapas temporales se apresuren
a materializar el designio, temerosos de volver contra sí la furia de la
tríada. Un último territorio donde las fantasías tenebrosas se resisten a exiliarse en el
olvido.
¿Y los ciudadanos de este
especie de Tártaro de superficie? Parecieran estar convencidos que el Aqueronte
no se puede navegar de vuelta, o quizás prefieren gastar sus óbolos sobrantes
en Starbucks y Mac Donald, o, más probablemente, sean más afectos a revolcarse
en los barros del Lete que a nadar en el límpido Mnemósine.
Intentos para
explicar un empecinamiento en aplaudir la reedición del intento de erradicar la
política de las escuelas y de seguir adorando a quienes los hacen deudores de
sus mentiras y aspiran consecuentes a transformarlos en un ejército de alienados al estilo Truman Burbank,
construyendo meticulosamente una escenografía de papel de diarios y una burbuja
de pantallas de televisión que los aísla de la realidad.
5 comentarios:
excelente cuento de ABC, la trama celeste. El post medio complicado aunque entendible, pero lo importante fue el recuerdo de la lectura de ese maravilloso cuento.
fernandobbca
Más allá de su gorilismo, qué gran escritor Bioy Casares!
La Guerra del Cerdo al revés. En lugar de reventar a los viejos lo quieren hacer con los pibes que vendrán a reproducir el Proyecto, pretendiendo desmoralizarlos.
Clemente no es de mi mayor agrado porque acompañó el Mundial'78, pero su frase "Un cacho de cultura" es justita para esta nota.
PD: Donde menciona 'los barros del Lete' ¿no será Leteo?
Es cierto que era gorila, Pibe, pero de la época en que había gorilas creativos, y hasta genieales en lo suyo. Tiempos idos que nos dejaron sólo hijos bobos.
No joda con la Guerra de Cerdo, Daniel, que lo pueden malinterpretar Lanata y Carrió.
Ambos son correctos Luis Q.
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