Frente a semejante
manada de caceroleros cimarrones, ningún gaucho se animó a iniciar la yerra. Previsible,
por más que montaran un palco frente a la Catedral para tentar a algún osado
que se atreviera a lanzar al menos un ditirambo
que endulce los oídos de los movilizados. Los postulantes a la caprilesía
esquivaron el convite temerosos de que cualquier palabra, cualquier idea, en
vez de sumar agua a su molino, produjera una estampida disconforme. A pesar de la insinuación clarinera, ni siquiera hubo Tatos ni Novoas que animaran la velada
aprovechando estar aparaguados por la legitimadora fiebre papal y el clamor por
justicia independiente que, extrañamente, se hizo leitmotiv más de dos meses
después de lanzada la convocatoria al berrinche catártico.
Justo por la ausencia
clerical, es que resulta un poco forzado trazar un paralelismo entre aquel
Corpus Christi del ’55 y el reciente cacerolazo. En aquel momento agnósticos socialistas,
laicos radicales y ateos comunistas, se sumaron al formato de la plegaria al
sino divino. Ayer, Macri, Pando, por ejemplo, olvidaron sus permanentes quejas sobre
las persecuciones que dicen sufrir de la Justicia K, y la señora gorda paranoizada
que fue al 8-N a quejarse porque los jueces permiten que los delincuentes
entren por una puerta y salgan por la otra, se unieron para reivindicar la intangibilidad
de una supuesta justicia impoluta. En ambos momentos se avanzó sobre el Congreso
de manera poco respetuosa a las instituciones republicanas que dicen defender, demostrándose
tan poco amigables con la libre expresión en el ’55, cuando se apedreó los
frentes de los diarios oficialistas a la pasada, como anoche cuando reemplazó
la escena por agresiones a movileros de Canal 7, C5N y Telam.
Tampoco asoma en el
horizonte ningún avión hostil dispuesto a acribillar civiles, para luego echar
la culpa del crimen al “tirano prófugo” (tal como nos lo recordara Binner, “siempre
estos populismos son los culpables de las muertes”). Y sin curas ni
uniformados, cualquier expectativa de éxito destituyente se complica. La
facilonga salida golpista ensayada durante medio siglo, atrofió la creatividad
política de muchos que, aunque pueden seguir haciendo alarde de su capacidad de
producir hechos desestabilizadores, a la
hora de intentar abrochar la jugada terminan clavándose el helado en la frente.
Es que la moderna teoría del “Golpe Blando” exige al menos una apariencia
institucional, muy distante del legado mitrosarmientino del garrote civilizador.
Si bien la manipulación
mediática empuja la interpretación los hechos a la asimilación con la
experiencia venezolana (“Primero Justicia” se llama el partido de Capriles,
“sin justicia no hay futuro” fue la frases convocantes del 18-A), el propio
relato se entrampa en la impotencia porque lo urgente impide el desarrollo de
un diseño estratégico: cuando en Venezuela estalla la crisis definitiva del modelo
neoliberal, se lleva puesta hacia el descrédito a la partidocracia acuerdista dominante.
Solo sobre sus cenizas pudo construirse la alternativa antipolítica y
cualunquista del caprilismo. Cuando acá estalló´ la crisis del 2001, las
urgencias de las corporaciones endeudadas en dólares frente a la inevitable
salida de la convertibilidad, les hizo ayudar a salvar del naufragio al duhaldismo
y al radicalismo, respetando una institucionalidad (menguada) y preservando a los
gobernadores provinciales, la partidocracia tradicional (incluyendo al socialismo)
respiró aliviada. La alternativa cualunquista antipolítica personificado en Macri (de “ideología difusa”
según la vicejefa), aparece después como reedición de un discurso afín a los
intereses monopólicos, pero no desplaza a nadie. Nuevamente la preservación de los
intereses dominantes frente a las transformaciones kirchneristas (¡vienen por
todo!), y atento a la composición del Congreso y del desarrollo territorial, no
les permite el lujo de despreciar a las fuerzas politizadas para abrir paso al sueño
amarillo de una argentina atendida por sus propios dueños (sin intermediarios vergonzantes
como para ellos lo fuera el PJ colonizado
por el menemismo).
La “Gran Promesa Blanca”
sigue siendo una quimera huidiza, que se pierde entre una multitud de
aspirantes con diferencias insalvables en todos los campos, excepto en el empecinamiento
oposicionista a todo lo que desde La Rosada provenga, y el servilismo acrítico
a todo lo que desde el laboratorio claringuista se elucubre.
Anoche algunos de los voceros
más conspicuos de Magneto (los que pasan más seguido bajo su horca caudina)
ensayaban como respuesta al “reclamo de la gente” (y como modo de eludir por dos
años la sensible cuestión del liderazgo), la “electoralización del grupoAísmo”,
algo así como una versión mejorada de aquella aspiración de contener “al que quiere a Videla y al que no lo quiere”
que tan magros resultados le deparara a Duhalde, pero bastante más ambiciosa (por
la composición antipolítica y variopinta del sujeto social al que va dirigida)
que la argumentación con que Chacho Alvarez logró alinear en el ’97 al FrePaSo tras la Alianza:
ganar la legislativa para sacar al menemismo del poder en la presidencial. Como
así nos fue (cambiamos a Eduardo por Fernando para que el programa neoliberal
quede intacto) ya sabemos quien gana en el rejunte.
Con todo, el ganado
cacerolero seguirá haciendo esporádicas apariciones en la calle, apenas orientado
por el cencerro de esa vaca madrina en la que se constituye Lanata, pero, por reacio
a treparse a cualquier camión jaula, políticamente orejano.
Se apodan “lagente”, “el pueblo”,
“los vecinos”, intentan vendernos un todo cuando solo son “un cierto sector de la
sociedad” como se animara a definirlos Nito Artaza (que, para mi sorpresa, apareció
el mismo 18-A como rara avis opositora con
un discurso divorciado de la demagogia oportunista). Claro que sobrevalorados a
partir de la prédica mediática que, empecinados en polarizar, en vez de
marcarle sus defectos, los engolosina con una prédica lombrosiana (impunidad
mediante) que los distancia tajantemente de toda práctica colectiva, organizada
y finalística que les permita saltar dialécticamente del yo al nosotros.
3 comentarios:
"Es natural que protesten, es bueno que lo hagan, porque si no lo hicieran sería señal que estamos haciendo algo mal" Evita
¿A quién le puede parecer que el país que yo quiero, es el que quieren los que digitan la justicia, los que nos amordazaron, los que nos vendieron hasta el aire?
Si ellos protestan...
Es absolutamente imposible la aparición de un Capriles de las pampas. De ahí es que esta gente manda en manada a sus periodistas a querer convencernos de cualquier proeza propia, de la que carecen a límites insoportables para sus incontenidos anhelos.
Acabo leer los dos capítulos que escribieras sobre dólar blue y me resulta esa exposición que hiciste, de cabecera para toda discusión alrededor del tema. Sencillamente brillante.
Que aparezca un capriles, les va a ser dificultoso porque tal cosa requiere algo en lo que vienen vírgenes invictas, la-bu-rar.
No hay, en el almácigo opa/opo, nadie que se destaque por el esfuerzo político, neuronal y/o propositivo; apenas les da para ofrecerse a los medios y, la verdad, ni la estética los salva, son fuleros a más no poder y la cara de pelotudo/a es camino solamente de ida.
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