Desde
que “la Mula sin cabeza que hecha fuego por la nariz” paseara su fantasmagórica
presencia por las estrelladas noches del campo argentino, sembrando el espanto
entre la paisanada, ninguna aparición de los avernos resultó tan inexplicable a
las luces del raciocinio como la nueva y horripilante leyenda urbana del “Dólar
Blue” y su errática conducta.
Los
que creen a pies juntillas en los mitos y leyendas populares, suelen explicar
su existencia a partir de otro precedente ominoso: el uno a uno. Cuentan que en
épocas de los albores de la segunda década infame, los brujos de la secta de Milton
“el infalible” lanzaron sus conjuros para lograr que 10.000 Australes sean transformados
en un Peso equivalente a su vez a Un Dólar. Pero no sin antes se devaluara abruptamente
el austral: si en diciembre de 1990 con 5.590 de ellos comprabas un dólar, en
enero del 91 necesitabas casi 9.500,
generándose un generoso colchón. Maleficio llamado a la perdurabilidad mientras
todo gaucho que poseyera un Peso y temiera que una nueva intervención infausta
le hiciera perder de un mandoble un 50% de su valor, pudiera correr libremente
al banco a cambiarlo por un dólar, operación cuyo éxito garantizaría el Banco
Central, aunque a la sazón, resultara impotente para imprimir dólares.
A
una década de culminado el lúgubre ciclo que los historiadores llamaran “de la convertibilidad”,
seguía encendida en muchos la peregrina idea de que el monstruo estatal no
justificaría su existencia sino en la razón
de satisfacer el ansia de posesión de dólares de aquel que quisiera atesorarlo,
dando lugar el replicar de esta creencia a la resurrección y transfiguración
del mito de la esencialidad cotidiana de la moneda imperialista.
Ante
la indiscretas e impertinentes preguntas de ¿para qué lo quiere? Y ¿de dónde sacó
la plata para comprarlo? la abominación cobra cuerpo y crece alimentada en las
cuevas especulativas y sus heraldos apocalípticos (entre otra bocha heterogénea
de interesados acólitos fundamentalistas), muchos de los cuales creen ver en su
existencia el resorte propicio para la invocación de otro esperpento de
pesadillas: la mega devaluación.
En
el seno de la cada vez más numerosa masa de refutadores del mito del artilugio
monetario, y a la luz de los recientes hechos, han surgido diversas hipótesis
que pretenden desarticular el mecanismo terrorista de los cultores del
libremercado.
Entre
las más lúcidas refutaciones, podríamos enumerar las siguientes:
De la negación de la propiedad
transitiva: El
mercado “blue” se avoca en exclusividad a la cotización de la moneda
estadunidense. Según su ponderación U$S 1= $ 8,30 (hoy, maso). Ahora bien, todos
parecemos de acuerdo que hoy $ 8,30 = € 1,24,
sin embargo si alguien pretendería que por un dólar le pagues € 1,24, te le
cagarías de risa en la cara sin solución de continuidad (cotización en
cualquier parte del mundo U$S 1 = € 0,78).
Los cuadros siguientes muestran la variación de la
cotización del dólar y del peso respecto a otras divisas, y entre sí, durante
los últimos 90 días… una rara asimetría en los comportamientos ¿no?
De la puerilidad de la
argumentación mediática:
Ríos de tinta corren tratando de explicar el fenómeno, sin dar razón alguna ni
de su existencia ni de los motivos de la ponderación del valor de la divisa,
por lo que no se logra sortear la suposición de que no se trata de otra cosa
que de maniobras desestabilizadoras, y de paso, nos “hacemo de un manguito” con
especulaciones atadas al aprovechamiento de la evasión impositiva y del lavado
de dinero, y, por qué no, de varios incautos psicopateados. Ahora bien,
sostener que un dólar vale $ 8 y pico, implica denunciar que existe una
devaluación no reconocida por el Estado Argentino. ¿Qué parámetros objetivos
utilizar para apuntalar tal apreciación? O, aunque sea, meter un poco de pánico entre
la gilada. “The Nation” nos brinda aquí
un esmerado (aunque no por ello atinado) ejemplo de argumentación desplegado en
medio de las noticias relacionadas a la escalada del “blue” a $ 8,75, la semana
pasada:
Pueden imaginarse los comentarios de los lectores. Pero de lo que ninguno parece percatarse es que el cuadro (sin explicitarlo) está comparando, de manera absolutamente arbitraria, el valor en dólares de un billete $ 2.000 uruguayos o de 50.000 colones o de $ 1.000 mexicanos, con uno de $ 100 argentinos, para arribar a quien sabe que disparatada conclusión. Es como decir “que ácidos son los limones argentinos, más dulce son las naranjas paraguayas”. Ahora, si emitimos un billete de $ 100.000 ¿para “The Nation” le rompemo el orto a todos y semo lo campione del mundo?
De la contradicción de
la ley fundamental de la oferta y la demanda: El miércoles 20 de marzo el dólar
blue toca el techo de los $ 8,75 en un prodigioso salto (el 18 costaba 8,08),
para desplomarse el día después en 30 ctvs. Del fenómeno Clarín nos brinda unapintoresca explicación (aunque no por ello original): Moreno metió la cola. “El dolar paralelo se vendió en torno a $ 8,45 hoy tras el salto de 48
centavos que experimentó ayer la divisa que venden las cuevas. Sin embargo no
hubo casi operaciones. El mercado se mostró expectante. Los vendedores
especulaban con una nueva suba y no se desprendían de sus billetes mientras que
hubo pocos compradores dispuestos a hacerse de la divisa a ese valor… ” nos
ilustraba Ieco.
Ahora bien, desde Adam Smith para acá, según las reglas del
mercado, cuando la oferta se contrae, los precios suben, acá resulta que nadie
quiere vender y el precio de la divisa baja… También desde Adam Smith para acá,
cuando los precios bajan, la demanda sube, pero acá resulta que nadie quiere
comprar más barato lo que ayer pagaban más caro. Santas paradojas…
De la recurrente pifia
de los vaticinios o de las bolas de cristal taiwanesas falladas: Baste recordar para sostener esta
afirmación que el precio del dólar blue aún no alcanzó el nivel predicho a
principios de 2002 para ese fin de año por Antonio Laje.
Nadie
predijo una escalada que lo llevara a 8,75 un miércoles, así como todos los
agoreros se apuraron a vaticinar que “hay
gente dispuesta a pagarlo 9 pesos” y que el alza “no tenía techo”. Sin embargo la euforia duró lo que un pedo en una
tormenta y los días posteriores licuaron el valor obtenido. Quien compró a
8,75, en pocos días perdió 50 ctvs. por dólar y nadie que le avise que lo
garcaron y mal.
Siempre
hay giles que caen, y eso que estos repuntes de golpe y posteriores caídas
abruptas, ya son un clásico que no parece responder a lógica económica o
acontecimiento significativo alguno, sino mejor a una arbitrariedad manifiesta.
Vean el primer cuadro…
De la ridícula teoría
de la reacción ante la inflación esperada: Los medios nos advierten que esta locura del dólar blue obedece a la
“sensación de inflación futura” o “inflación esperada”. Algo así como que los
“lagente” (que desconfía del Indec), vaya a saber por qué maravilloso procedimiento
alquímico, es capaz de predecir el porcentaje de inflación venidero. Nada en eso
tiene que ver la sistemática campaña de desprestigio sobre los índices oficiales
que se perpetra desde los mismos medios que dan pabilo al dólar blue, ni que nos
machaquen la cabeza con que Lavagna predijo el advenimiento de un nuevo “Rodrigazo”.
Te lo explica Melconian: “En el fondo, el aumento del dólar es la
contracara de la inflación. El uso del dólar y el aumento del dólar blue es la
contracara de la salida del peso de la gente, que no tiene o no puede encontrar
alternativas genuinas para el ahorro que compense la inflación”.
Ahora
bien, se dijo que entre la cotización del dólar oficial y la del blue llegó a existir una brecha del 71%. Es decir que para
prevenir la depreciación de tu plata frente a la inflación, llegaste a pagar
$8,75 lo que en el mercado oficial valía $ 5,10.
Pero
resulta que el tan promocionado “indice del Congreso” (que elabora Patricia
Bullrich), estima la inflación anual/12 en el 25%
(los lobistas de la devaluación más ensañados pronostican una inflación anual
del 30%, pero todas las mediciones indican números muy por debajo que en iguales meses del año pasado). Es decir que, aún en caso de que el delirio bullrichsta tuviera visos
de seriedad, pagaste por anticipado casi 3 años de inflación, recién después de
los cuales tu inversión tendría alguna utilidad como medio de preservar el
valor de tu plata. También te puede suceder lo mismo que a los que lo compraron
a $5 esperando que a fin de año (2002) valga 9 o 10, como dijo Laje, je,je!.
A
menos que creamos que en la Argentina exista una manada de estúpidos capaces de
dilapidar 12 palos diarios promedio tras semejante quimera, la explicación de
la reacción antiinflacionaria no
convence.
De la más ridícula teoría
de la reacción de los mercados ante la intervención estatal: Nuevamente las matemáticas más
elementales vienen en auxilio del desprestigio de otra teoría. “The Nation” pontifica, en un intento de explicar la
trepada de la semana pasada: “El precio del dólar paralelo marcó ayer un nuevo récord, al
cerrar para la venta a un promedio de $ 8,27, tras haber alcanzado un máximo de
$ 8,30, un día después de que el Gobierno elevó del 15 al 20% el recargo que
aplica a las compras con tarjetas de crédito en el exterior y decidiera además
aplicarlo sobre la adquisición de pasajes o paquetes turísticos para salir del
país”. ¿Clarísimo no? Frente a la inminencia del fin de semana
larguísimo, el Gobierno adopta una medida que, de hecho, eleva el valor del
dólar turista de $ 5,865 (5,10+15%) a $ 6,12 (5,10+20%).
Sigue
“The Nation” "Es sabido: más trabas
existen, más se dispara el paralelo. No hay muchos negocios, pero los
suficientes para marcar nuevos y más altos precios en un clima que lo
favorece". Es decir que, la trepada del dólar blue se debió a que,
frente al injusto intervencionismo estatal, el espíritu cacerlo-libertario de
los vacacionistas argentinos, los hizo reaccionar y correr en desbocado tropel
a pagar el dólar en el mercado negro a $ 8,75 en vez de abdicar de las
convicciones y darle el gusto al estado de comprárselo (mediante el uso de la
tarjeta de crédito y sin necesidad de pasar por el banco) a $ 6,12. ¡Briyante!
Estos tipos se van al exterior, cuentan su apiolada, y después… cómo no querés que en el mundo se nos caguen de
risa.
De la impotencia del
mercado blue: “Es que según los analistas, este
mercado apenas mueve 30 millones de dólares diarios, por lo que vendiendo unos
pocos dólares baratos se logra bajar la cotización” confiesa Ieco. 30 palos por día, bueno, en
realidad, tanto como por día no, según podemos leer en los diarios motorizares
del fenómeno, durante la semana pasada sólo hubo un volumen de operaciones
semejante el martes y el miércoles… lunes, jueves y viernes, se habló solo de
“operaciones marginales”. Incluso, según nos cuenta el suplemento económico el día 22 “lo único que consiguió hasta
ahora es que no se concrete ninguna transacción”, es decir que la
cotización del día no fue más que una mera especulación ¿técnica?
Se
deduce entonces que el total de operaciones de la semana fue de alrededor de 60
palos, 12 por día. Esto representa alrededor del 5% del total de las
operaciones del mercado legal de la divisa (no el 10 como se anda diciendo alegremente
y sin base de certeza), por ahí se explica que al gobierno non frega un cazzo intervenir en el nido de ratas por más que sus
protagonistas clamen para que les enchufe algo de liquidez.
Dado
su carácter marginal y limitado (además de endémico, si cruzás al Uruguay, en
cualquier casa de cambio te dan uruguayos
o dólares a la cotización oficial), es más bien nula que escasa su posibilidad
de incidir en la economía real. Salvo, claro, que "elijas" creerle a Melconian, para quien "El dólar blue, más tarde o más temprano, termina en los precios de
la góndola", en cuyo
caso ¡apúrate a comprar góndolas, así el que sufre no sos vos…!
Continuará... con nuevas refutaciones, algunos recuerdos y una teoría, los que podrán ser tildados de disparatados y tendenciosos, pero JAMAS DE MÁS disparatados y tendenciosos que los que elaboran La Nación, Clarín y la murga neoliberal.
3 comentarios:
Cosa ´e Mandinga.O de Mingo y la prole que dejó.
Muy bueno tu articulo.Un solo detalle, cuando citas a Laje en realidad estas mentando a un repetidor del "Maestro" Miguel Angel Broda que fue el experto del dolar a 10 pesos antes de fin de año (2002)
Muy buena técnicamente la explicación y enmarcada en tu fino sentido del humor, me parece una agradable forma de difundir y explicar los "misterios" de la economía neoliberal en contraste con la realidad. Con tu permiso la difundo porque tiene argumentos que muchos militantes agradecerán conocer para sus discusiones. Permiso...
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